TOXICOLOGÍA
COCAÍNA
(INVESTIGACIÓN BIBLIOGRÁFICA)
Donato A. Salas S.*
Summary
It is about the bibliographical review of the main pharmacological,
clinical characteristics and the treatment of intoxication with cocaine.
lt also includes other less frequently studied aspects in the medical literature
like the botanical characteristics of the Coca plant and a brief history
of consumption and prohibition of the coca and cocaine since the Incas to
XX Century. lt has been included updated statistical data of the cocaine
and crack consumption in our country as a result of research of the Instituto
sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA).
Introducción
El consumo de cocaína en cualquiera de sus presentaciones
se ha ido tornando en verdadero problema de salud pública y seguridad
ciudadana desde la década de los 80's. El reconocimiento de
la intoxicación por cocaína y su manejo ha ido tomando importancia
cada vez mayor en el sistema de salud de nuestro país. Las
complicaciones derivadas de su uso tienen un impacto importante en la utilización
de los recursos sanitarios disponibles, cuya magnitud económica desconocemos
aún, pero cuya complejidad de manejo es clara: recién nacidos
de pretérmino con bajo peso que requieren estancias hospitalarias
prolongadas o pacientes jóvenes y sin factores de riesgo que presentan
infartos agudos del miocardio y que son sometidos a procedimientos diagnósticos
complejos y onerosos como angiografía coronaria, son tan solo dos
extremos del conspicuo espectro de la patología asociada a consumo
de cocaína y que estamos enfrentando a diario. La presente revisión
bibliográfica pretende presentar una imagen sucinta pero completa
de la cocaína, que incluye aspectos habitualmente dejados de lado
como el sustrato histórico de la droga hasta el tratamiento agudo
de la intoxicación que ella produce.
Aspectos botánicos
El arbusto de Coca (Erythroxylum coca), pertenece a la familia
Erythroxylaceae, y crece en África, Sudamérica, y el sudeste
asiático. Es un arbusto que llega a alcanzar los 2.4 metros
de altura, sus hojas son verdes, delgadas, y de forma oval. Las flores
son pequeñas y se disponen en racimos que son remplazadas por frutitos
rojos. Aunque la planta se ve favorecida por el calor y la humedad
intensos, es cultivada con frecuencia en áreas más secas para
garantizar la producción de hojas más ricas en alcaloides.
Cuando la hoja se parte con facilidad de su tallo se considera que esta lista
para ser cosechada (1).
Aspectos históricos
La Coca ha sido cultivada por miles de años en Sudamérica,
especialmente en las tierras altas de Perú y Bolivia; cuando en 1532,
Pizarro alcanzó el Imperio Inca, la hoja de coca ya constituía
un tributo público y su uso estaba, al menos teóricamente,
severamente restringido al pueblo mientras que la clase noble la consumía
abundantemente como panes de coca. Al inicio del dominio español
existió una verdadera democratización del consumo de la hoja
de coca entre todas las clases sociales indígenas pero su elevado
consumo pronto se convirtió en un punto importante de discordias entre
la Iglesia, que la veía como un instrumento del diablo, y los grandes
terratenientes que la cultivaban pródigamente y obtenían pringues
ganancias de ella. Eventualmente las diferencias entre el clero y los
productores fueron desapareciendo y de hecho, el diezmo sobre la coca se
constituyó en una fuente importante de ingresos para las diócesis
de Lima y Cuzco (2). Tras más de 300 años
de un consumo y comercio limitados, en 1859 logró aislarse la cocaína,
el principio activo de la coca. Este hecho vino a darle un empuje comercial
enorme al consumo y utilización de la cocaína, y no solo desde
el punto de vista médico sino también recreativo. La
literatura médica seria, y la no tan seria, pronto se vieron inundadas
de múltiples publicaciones que defendían las virtudes de la
cocaína como un estimulante del sistema nervioso central, un reconstituyente
para las personas fatigadas y la alternativa terapéutica para la curación
de los morfinómanos y alcohólicos. El siguiente texto
tomado de la obra de sir Arthur Conan Doyle "El signo de los cuatro", otra
aventura de Sherlock Holmes y el doctor Watson, ilustra bien la situación
del consumo de cocaína en la época: "Sherlock Holmes cogió
un frasco que había sobre la chimenea y después sacó
de un cajoncito una jeringa Pravaz .... Fijó sus ojos en su musculoso
antebrazo y en su muñeca, plagados de cicatrices por la inyecciones
que daba, y aplicó de nuevo a su piel la aguja ... y le dije: ¿Y
hoy de qué es la inyección, de morfina o de cocaína?......
Holmes me contestó: Cocaína, solución al 7 por 100.
¿Quiere usted que le aplique una inyección, para probar?...
desde el punto de vista físico la influencia de esta droga talvez
sea perniciosa; pero es un estimulante tan poderoso para, activar el funcionamiento
del cerebro y darle una superior lucidez que me importan poco los efectos
secundarios." Un joven Sigmund Freud (3) se dedicó
a revisar toda la literatura existente al momento y tras algunos ensayos
clínicos (aún en su propia persona), se convirtió en
la primera autoridad mundial en cocaína; Parke Davis, que pagó
a Freud por su investigación, y Merck, usaron la opinión favorable
del creador del psicoanálisis en la publicidad de la cocaína
que producían. Para el final del siglo XIX, se expendían
con total libertad, decenas de bebidas que entre sus componentes incluyen
cocaína en mayor o menor grado. El boticario norteamericano
J.S. Pemberton inventaría en 1885 la bebida más famosa de
todas ellas, la French Wine of Coca, cuya fórmula hoy en día,
que ya no contiene cocaína, se conoce con el nombre de Coca-Cola.
La prohibición para el uso no médico de la cocaína
se inicia en los albores del siglo XX, especialmente en los Estados Unidos,
cuando diferentes grupos de presión, que incluyen a religiosos, el
gremio médico y de farmacéuticos y políticos oportunistas,
impulsan leyes que regulan el uso no solo de la cocaína sino también
del opio, la morfina, la heroína y el alcohol. Los esfuerzos
de estos grupos se verían recompensados en 1920 con la ley Harrison
que regula la producción y el despacho de las drogas citadas, y el
Volstead Act, o ley seca, que prohibía la producción, venta
y consumo de bebidas alcohólicas. A partir de este momento
la cocaína se convertiría en una droga ilegal cuyo consumo
y comercio irían aumentando paulatinamente hasta los alarmantes niveles
actuales a pesar de la fuerte "competencia" que le significaba la producción
y consumo de anfetaminas y otras drogas.
Aspectos estadísticos
Según datos del National Institute on Drug Abuse o NIDA
(4) en 1996, 1.7 millones de estadounidenses usaban cocaína
corrientemente (al menos una vez al mes), de estos un 40% utilizaban crack.
En 1995 hubo casi 143.000 consultas médicas en los servicios de
emergencias de los Estados Unidos por causas directamente relacionadas al
consumo de cocaína (5). En Costa Rica, datos
recientes provenientes del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia
(IAFA) (6) muestran que para 1995 la prevalencia del consumo
de cocaína y crack en la población general es de un 0.9% y
de un 0.4% respectivamente. Sin embargo, en adolescentes de la calle
que utilizan drogas ilícitas, los que son un poco más de la
mitad, un 53.8% consume crack y un 31% cocaína. De aquellos
adolescentes infractores de la ley, el 27.6% utilizó crack y el 25.2%
cocaína. Según las estimaciones del IAFA en este mismo
estudio, un 20% de la población general ha consumido drogas ilícitas
alguna vez, de ellos, 3% han utilizado crack y un 2.4% cocaína.
Farmacología
La cocaína se consume en forma de clorhidrato, habitualmente
por vía intranasal o fumada. Cuando se consume mediante la
inhalación de cocaína base se conoce onomatopoyéticamente
como “crack” por el peculiar ruido que produce al ser calentada por llama
antes de ser inhalada por medio de una pajilla. El consumo endovenoso
es menos frecuente en la actualidad pero fue la forma más utilizada
hace un siglo; la combinación de cocaína con heroína
en una misma jeringa para su aplicación simultánea recibe la
denominación de "speedball". Las vías de aplicación
subcutánea o intramuscular no se utilizan porque la vasoconstricción
provocada por la cocaína vuelven errática y limitada su absorción.
La hoja de coca tan sólo contiene de un 0.8% a 1.6% de cocaína
(7), la pureza de la cocaína de la calle varía
ampliamente y frecuentemente quien la utiliza sufre los efectos de algunos
otros químicos que la contaminan. La cocaína se absorbe
con rapidez desde cualquier mucosa, incluso la ocular. Los efectos
de la cocaína fumada como "crack" o endovenosa inician en un periodo
de tiempo de aproximadamente 10 segundos y desaparecen con mucha rapidez,
la cocaína inhalada inicia sus efectos en unos 3 a 5 minutos después
de la aplicación y estos alcanzan sus maximos efectos entre 10 a
20 minutos (8). Una vez absorbida, la cocaína,
es rápidamente hidrolizada en el plasma a ecgonina metiléster.
Tan sólo un 3 a 6% de la cocaína es metabolizada en el hígado
por el sistema de citocromo P450. Dada la brevedad de su vida media,
de 60 a 90 minutos, los intensos efectos de la cocaína tiene más
relación con la vida media de su distribución, que es más
corta aún, que con su velocidad de eliminación. Algunos
metabolitos de la cocaína, como la benzoilecognina, que carece de
efecto psicotrópico, pueden ser detectados en tejido cerebral de cocainómanos
consuetudinarios hasta 22 días después de su última
utilización (9), por esta característica
farmacológica de una semivida muy larga es que la benzoilecognina
se utiliza frecuentemente como una sustancia indicadora en la mayoría
de pruebas de detección de consumo de cocaína.
La cocaína posee varios mecanismos de acción, el
principal de ellos es la inhibición de la recaptación de catecolaminas
y serotonina a nivel de la terminación nerviosa lo que produce un
aumento en la acción de estos neurotransmisores tanto en forma central
como periférico, de hecho el recaptador de dopamina es tan sensible
a su acción que ha llegado a recibir el nombre de receptor de cocaína.
Es muy probable que el efecto de euforia y bienestar característicos
de esta droga se deban a un aumento en la actividad de las vías
dopaminérgicas mesocorticales y límbicas. Otras drogas
psicoactivas también activan estas vías (v. e. las anfetaminas)
y ello pudiera estar también en relación a su capacidad adictiva
(9, 10).
A nivel de la membrana celular, la cocaína inhibe la entrada rápida
de sodio que produce el inicio del potencial de acción nervioso.
Esta característica farmacodinámica le confiere propiedades
de anestésico local similares a la procaína y a la lidocaína.
Aún hoy en día, esta propiedad anestésica es muy utilizada
en cirugía oftalmológica y otorrinolaringológica. La
determinación completa y precisa de los efectos de la cocaína
en el ser humano es difícil por varias razones, entre ellas la escasez
de estudios clínicos dirigidos, las características sui generis
de la población afectada y las variaciones en pureza química
y concentración de las diferentes presentaciones de la droga.
A continuación se detallan algunos de los efectos farmacológicos
y clínicos de la cocaína sobre diferentes sistemas del organismo.
Efectos farmacológicos
y manifestaciones clínicas
Efectos cardiovasculares
El bloqueo de la receptación de monoaminas determina un
aumento en la concentración y liberación de dichas sustancias
por parte de la terminal nerviosa. El aumento resultante en la cantidad
de noradrenalina a nivel de la sinapsis y en la circulación general
(acompañada de un aumento de adrenalina) por estímulo de la
médula suprarrenal van a producir una serie de efectos biológicos
muy importantes como lo son el estímulo de los receptores - adrenérgicos
que promueven un incremento en el flujo de calcio intracelular que lleva
a vasoconstricción, y el estímulo de los receptores adrenérgicos
que produce un aumento en la frecuencia, automatismo e inotropismo cardíacos.
La cocaína, como anestésico local, comparte propiedades farmacológicas
comunes con los antiarrítmicos de la clase 1 de la clasificación
de Vaughan-Williams, por ello es capaz de producir anomalías electrocardiográficas
tales como la prolongación de los intervalos PR, QRS y QT, además
aumenta el periodo refractario del músculo cardíaco y disminuye
la velocidad de conducción. Estos efectos son responsables
del efecto inotrópico negativo que a veces acompaña a la intoxicación
con esta droga (11). Es probable que la cocaína
interfiera con el sistema renina-angiotensina-aldosterona. Algunos estudios
en animales han demostrado que inhibidores de la convertasa (enlaprilat)
mejoran la tasa de supervivencia en ratas que reciben dosis letales de cocaína
(12). Ha sido ampliamente documentado el hecho
de que la cocaína produce cambios en el diámetro coronario
y disminución del flujo sanguíneo a través de la estimulación
alfa-adrenérgica y disminución en la producción de
óxido nítrico por parte de la célula endotelial (11, 13,
14, 15). La disfunción
e hipertrofia del ventriculo izquierdo también constituye una consecuencia
frecuente del consumo crónico de cocaína (13).
La hipertrofia constituye un excelente sustrato para el desarrollo de arritmias
y de isquemia cardiaca. Los mecanismos que llevan a la disfunción
ventricular son variados e interactúan entre ellos, podemos citar
algunos: el aumento de la presión arterial por la vasoconstricción
resultante constituye un importante aumento en la poscarga ventricular
que induce hipertrofia muscular; la disminución del influjo de sodio
al interior de la célula por el bloqueo de los canales rápidos
tiene un efecto depresor sobre el miocardio al que puede aunarse el efecto
de la isquemia coronaria (que puede incluso provocar infartos transmurales).
Además, la cocaína acelera el proceso de arteriosclerosis,
favorece la agregación plaquetaria, y es directamente tóxica
para el miocito cardíaco (11, 19).
Efectos sobre el Sistema nervioso central
En dosis bajas, la cocaína produce sensación de bienestar,
alivio de la fatiga física, hiporexia e hiperactividad. A dosis
mayores se presentan cuadros de labilidad afectiva, paranoia y ansiedad.
La intoxicación aguda puede presentar agitación, midriasis,
ansiedad extrema, comportamiento extraño, ataques de pánico,
priapismo, comportamientos estereotipados, convulsiones, lateralización
neurológica y coma. Las convulsiones por cocaína en
realidad no son frecuentes, su incidencia, en adictos callejeros, varía
de un 1.4% a un 7.9%, de acuerdo a la serie consultada (16,
17), habitualmente el paciente se recupera de ellas sin
mayor déficit residual pero son una causa frecuente de muerte entre
los adictos de la calle (7). La cocaína baja
el umbral convulsivo en los pacientes epilépticos. Los accidentes
vasculares cerebrales que se asocian al consumo de la droga son en su mayoría
de tipo hemorrágico (18), con sangrado que puede
localizarse a nivel intraparenquimatoso, intraventricular o subaracnoideo.
Las crisis hipertensivas producidas por la cocaína y la presencia
de malformaciones vasculares hasta entonces asintomáticas parecen
ser la causa de este predominio de ictus hemorrágicos (9). Los eventos isquémicos cerebrales temporales
o permanentes, se explican por la vasoconstricción secundaria a la
hiperestimulación adrenérgica. Episodios de movimientos
estercotipados y las crisis distónicas, asociadas o no al uso concomitante
de neurolépticos, han sido asociados también con el consumo
de cocaína.
Efectos sobre el Sistema digestivo
Aunque poco mencionado en la literatura, el consumo de cocaína
se ha asociado a complicaciones intraabdominales de tipo isquémico.
La vasoconstricción arteria] por estimulación --adrenérgica,
especialmente en presencia de enfermedad vascular concomitante (20) produce isquemia intestinal más focal que difusa.
Sin embargo, se ha documentado casos de perforación intestinal en
individuos jóvenes y de edad mediana que por lo demás gozaban
de una circulación mesentérica sana. Se han reportado
casos de hepatotoxicidad especialmente asociados a rabdomiolísis
e insuficiencia renal (21). El consumo de alcohol
incrementa la toxicidad hepática de la cocaína por inducción
del sistema de citocromo P-450 y que lleva a la formación de etileno
de cocaína.
Efectos sobre el sistema respiratorio
A nivel nasal, en los pacientes inhaladores de cocaína,
es frecuente la perforación del septo. La cocaína inhalada
y el crack pero no la cocaína endovenosa, producen bronconstricción
en pacientes asmáticos y no asmáticos (22).
En ocasiones la cocaína puede producir edema agudo de pulmón
y neumotórax (33).
Cocaína en el embarazo
Los cambios hormonales durante el embarazo aumentan la toxicidad
de la cocaína debido al aumento en los niveles de progesterona circulante
y que favorecen una respuesta vasomotora mayor y más sensible al
tóxico (23, 24, 25). La cocaína produce con mayor frecuencia
(26): prematuridad, retraso en el crecimiento intrauterino
(RCIU), bajo peso al nacer, desprendimiento prematuro de placenta normo- inserta
y ruptura prematura de membranas. El incremento en la actividad contráctil
del miometrio que se asocia al consumo de cocaína parece estar en
relación a la capacidad que tiene ésta de bloquear a los receptores
--adrenérgicos de la miofibrilla uterina (27).-
A nivel fetal, el consumo prenatal de cocaína se ha relacionado con
un incremento en los casos de hemorragia intracraneana e hidrocefalia (23), sin embargo persiste la duda si estas patologías
se deban más a consecuencia de la prematuridad y el bajo peso que
al consumo de cocaína per se. Otra serie de alteraciones congénitas
han sido asociadas al consumo de cocaína. A nivel cardiaco
se han encontrado una serie de defectos estructurales como: comunicación
interventricular, comunicación interatrial, hipoplasia o agenesia
ventriculares derechas o izquierdas, cardiomegalia, coartación de
aorta, y ductus arterioso persistente; también se han documentado trastornos
del ritmo (28). A nivel gastrointestinal se asocia
el consumo de cocaína a un incremento en los casos enterocolitis necrotizante
y perforación intestinal (23, 26, 29,
31). La maduración pulmonar fetal acelerada
es frecuente en estos casos como consecuencia de la isquemia resultante
de los lechos vasculares placentarios, que aunque favorecen el RCIU disminuyen
la frecuencia de membrana hialina del recién nacido. El debate
de que si el consumo de cocaína produce o no síndrome de muerte
fetal súbita persiste (23, 29).
A nivel ocular, la cocaína se ha relacionado con retraso en la maduración
del sistema visual, estrabismo (por atrofia de los músculos oculares
extrínsecos), hipoplasia del nervio óptico y alteraciones de
la refracción. Dada las características propias de la
población afectada, con toda la problemática de tipo familiar
y social que la rodea, es muy difícil determinar el efecto exacto
del abuso prenatal de cocaína en el comportamiento y aprendizaje de
los niños hijos de madres adictas. A la fecha ningún estudio
ha sido capaz de demostrar un trastorno del aprendizaje o del comportamiento
que pueda ser relacionado directamente con el consumo de cocaína (30). En Costa Rica, un estudio de Celada-Quezada de
1994 (31) realizado en el Hospital San Juan de Dios, encontró
un incidencia anual de 4 por mil nacimientos de niños hijos de madres
adictas a la cocaína. De los 32 niños involucrados en
este estudio, el 40% tuvo bajo peso al nacer, y menor talla y circunferencia
cefálica, así como una estancia hospitalaria más prolongada
que el promedio de niños nacidos de madres no adictas.
Criterios
diagnósticos de la intoxicación por cocaína
La cuarta edición del Diagnostic and Statistical Manual
of Mental Disorders IV (33) establece los siguientes
criterios para el diagnóstico de la intoxicación por cocaína:
A. Uso reciente
de cocaína
B. Cambios
psicológicos o de comportamiento inadecuado clínicamente significativos
(pe., euforia o aplanamiento afectivo; cambios en la socialización;
hipervigilia; ansiedad; temor; tensión o enojo; comportamientos estereotipados;
juicio alterado; desadaptación social o en funcionamiento ocupacional)
que se desarrollen durante o poco después del uso de cocaína.
C. Dos (o
más) de los siguientes síntomas desarrollados durante o poco
después del uso de cocaína:
1.
Taquicardia o bradicardia.
2. Midriasis.
3. Presión arterial elevada o hipotensión.
4. Perspiración 0 escalofríos.
5. Nausea o vómito.
6. Evidencia de pérdida de peso.
7. Agitación o depresión psicomotora.
8. Fatiga muscular, depresión respiratoria,
dolor torácico, o arritmias cardiacas.
9. Confusión, convulsiones, disquinesias, distonías
o coma.
D. Los síntomas no se deben a una condición
médica general y no son mejor explicados por cualquier otro desorden
mental.
Tratamiento
de la intoxicación aguda
El manejo inicial de la intoxicación con cocaína
incluye las medidas habituales de soporte vital como lo son la protección
de la vía aérea, garantizar una ventilación adecuada,
y monitorizar la función cardiaca. Se debe además, canalizar
un adecuado acceso venoso. El lavado gástrico y el carbón
activado están indicados cuando se sospecha la ingesta de cocaína
u otra droga concomitantemente. No se recomienda la emesis en paciente
que sirven de "burros", o sea que transportan cocaína empaquetada
en su aparato digestivo por el riesgo de romper alguno de los reservorios
y liberar grandes cantidades de droga (34). La agitación
se controla utilizando diazepán endovenoso (hasta
0.5mgs/k) o haloperidol (de 5 a 10 mgs por dosis) tanto por vía intramuscular
como endovenosa.
Debe evitarse el uso fenotiazinas pues diminuyen el umbral convulsivo.
La determinación rápida de la glicemia es útil para
descartar hipoglucemia, a su vez esta puede ser tratada con soluciones dextrosadas
según se necesite. Las crisis hipertensivas usualmente responden
a la sedación y a las benzodiazepinas pero en caso necesario pueden
manejarse con nitroprusiato sódico (de 0.5 a 2 -gs/kg/min).
Los medicamentos --bloqueadores no se deben utilizar porque pueden producir
hipertensión paradójica (38). La hipotensión
responde a la infusión rápida de solución salina.
Los síndromes coronarios agudos (angina inestable, infarto agudo del
miocardio) asociados a la intoxicación con cocaína se manejan
de acuerdo a las medidas habituales en estos casos salvo algunas excepciones.
No se recomienda el uso de bloqueadores porque pueden incrementar la vasoconstricción
arterial coronarla al dejar sin contrapeso la estimulación alfa-adrenérgica.
Los nitratos endovenosos u orales así como los calcio-antagonistas
pueden usarse de acuerdo a sus indicaciones y contraindicaciones habituales.
Las arritmias
supraventriculares (fibrilación atrial, flutter, taquicardia supraventricular
paroxístico) se manejan con aporte de oxígeno y benzodiazepinas
endovenosas. Las arritmias ventriculares malignas (taquicardia o
fibrilación ventriculares) son tributarios de manejo que además
de los anterior, incluye el uso cuidadoso de lidocaína (1 a 1.5mgs/kg
como única dosis si es posible) pues tiene un efecto sinergístico
con la cocaína (39). Se recomienda no iniciar
la lidocaína hasta que no hayan pasado 30 minutos desde la última
aplicación de la cocaína. Cuando se presenta fibrilación
ventricular refractaria el tratamiento con betabloqueadores está
indicado (Propanolol a razón de lmg/min IV hasta 3 a 4 mgs) aunque
aún en esta situación la indicación resulta controversias
(34, 35, 38). Las
crisis convulsivas aisladas no requieren tratamiento específico (34), sin embargo el estatus
convulsivo se debe manejar con benzodiazepinas (diazepán o lorazepán
endovenosos), seguido del uso de fenitoína (15 a 18 mgs/kg como
dosis inicial) o fenobarbital (10 mgs/kg IV). En caso de crisis persistente
el bloqueo neuro-muscular esta indicado. La hipertermia cuando se
presenta, se combate por medios físicos pero en algunos casos la
parálisis neuromuscular puede ser necesaria. La rabdiomiolisis
se maneja procurando una hidratación enérgica y un gasto urinario
elevado para evitar la insuficiencia renal. Debe estarse atento ante
la posibilidad de que se presenten manifestaciones de otras drogas que el
paciente pudiese haber estado consumiendo concomitantemente con la cocaína
y que puedan requerir tratamiento adicional y propio (40,
41).
Tratamiento
a largo plazo
Una serie de terapias cognitivas y conductuales se han intentado
para ayudar al paciente adicto a cocaína a evitar recaídas
en su consumo. Ninguna terapia ha mostrado superioridad a otra, de
hecho diferentes tipos de terapia pueden ser útiles para diferentes
tipos de pacientes: Un adicto al crack que vive en la calle va a necesitar
no solo terapia para su drogadicción sino que necesitará mecanismos
de apoyo social para solventar su problemática mientras que a un
profesional que utiliza cocaína inhalada puede bastarle con la terapia
dada por un psiquiatra u otro especialista en adicciones. El tratamiento
medicamentoso tampoco ha logrado demostrar un mayor éxito. Los
antidepresivos han sido postulados como un terapia adecuada basados en el
hecho de que frecuentemente el paciente adicto entra en cuadros depresivos
luego de suspender el uso de la cocaína. La imipramina y especialmente,
la desipramina han mostrado alguna utilidad en la desintoxicación y
manejo de la abstinencia pero no todos los estudios han sido consistentes
en estos hallazgos (46); la fluoxetina no ha mostrado eficacia
alguna. Medicamentos que afectan la función dopaminérgica
como la bromocriptina y la amantadina disminuyen la ansiedad por consumir
cocaína en algunos estudios (48). Ni la levodopa,
ni la carbidopa, así como también el triptofano y la tirosina
(percusores naturales de la dopamina), han mostrado mayor eficacia en el
manejo de la dependencia y abstinencia por la droga. La carbamazepina
mostró en un estudio de Halikas et al. (47) alguna
utilidad en la disminución del deseo ("la ansiedad") por la cocaína,
estudios posteriores no le encontraron mayor utilidad (46).
Resumen
Se
trata de una revisión bibliográfica sobre los principales
características farmacológicas, clínicas y de tratamiento
de la intoxicación con cocaína, así mismo incluye otros
aspectos tratados menos frecuentes en la literatura médica como las
características botánicas de la planta de Coca y una breve
historia del consumo y prohibición de la coca y la cocaína desde
los Incas al siglo XX. Se han incluido datos estadísticos actualizados
del consumo de cocaína y crack en nuestro país producto de
las investigaciones de Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA)
al respecto.
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* Donato Médico Residente.
Medicina Interna Hospital Rafael Angel Calderón Guardia