Editorial
 

 

El psiquismo del costarricense en cuanto a la atención médica
 
 
 
 

El costarricense antes de existir el Seguro Social, si se trataba de un indigente recurría a la caridad en los hospitales de las Juntas de Protección Social o bien a los centros médicos rurales o municipales y esto sucedió antes de existir las Unidades Sanitarias; si eran pobres pero asalariados o de escasos o medianos ingresos, acudían al médico de familia. Este médico gozaba de toda la confianza del paciente, era su gran amigo y consejero para todos los asuntos de salud. Mucha gente teniendo medios para acudir privadamente al médico sí abusaban de los servicios gratuitos y a nadie se les negaba, tampoco se le investigaba su economía personal, para su verdadera atención de sufrimientos de salud. Igualmente el mal uso para solicitar servicios médicos era de tanto volumen como también lo es en el presente. Se acudía al médico cuando realmente lo reclamaba la situación pero no era realmente tan constante, el decir de éllos no era: por si acaso me descubren algo, o por desquitar una cuota que se paga mensualmente o simplemente por dejar de ir a trabajar o coger el día libre.
 

Desde luego el supuesto enfermo acudía al galeno con todo respeto, con gran optimismo de mejorarse, y decía con frecuencia "con sólo visitar a mi médico ya salgo curado". Casi que las medicinas eran opcionales y tampoco se excedían de tanto examen de laboratorio y gabinete. Al médico no le importaba gastar el tiempo necesario para conversar ampliamente con su enfermo, examinarlo bien y entrar en todos los pormenores de su familia, de sus problemas emotivos, sus hábitos alimentarlos y hasta urgar en sus intimidades más privadas. Era un verdadero "lavado de cerebro", de consejos oportunos, de identificarse con sus pesares y hasta de adentrarse en su vida económica y sufrimientos colaterales.

Este concepto médico-paciente se ha ido perdiendo con la medicina socializada y mecanizada. Pocos médicos la practican, ni aún en sus consultorios particulares. Se hace poca clínica, poca exploración física y a decir de los mismos galenos y los pacientes: i "para qué tanto toqueteo, si hoy día los aparatos sofisticados son los que finalmente hacen los diagnósticos"!. En ese aspecto están fallando las Escuelas de Medicina, no les recalcan a los futuros médicos, una buena orientación diagnóstica, desconfían de sus exploraciones y todo lo ponen en manos de esos supuestamente aparatos mágicos. Este modo de proceder hace que la tecnología sea cada día más cara, que haya que practicar muchos y muy onerosos estudios, a ver cuál nos da el diagnóstico. Para las instituciones del seguro, no sólo no se da abasto con el volumen de gestiones para tal fin, sino que no alcanzan los numerosos aparatos, los numerosos técnicos y los numerosos especialistas. El médico general no hace el esfuerzo suficiente para curar o mejorar sus pacientes con una consulta bien elaborada, sino que se ha vuelto un selector para citas con todos los especialistas habidos y por haber, y un despachador hacia los aparatos sofisticados de una y otra naturaleza. El médico privado también abusa de esas técnicas modernas, a tal punto que muchas veces el paciente va una vez donde el supuesto especialista -que ya nunca lo es el médico de familia- y luego sin diagnóstico, sin curarse y con los bolsillos vacíos, no vuelve donde ese médico pues es tanto el gasto, que no puede darse el lujo de regresar. El paciente queda frustrado, siempre enfermo y haciendo grandes filas en el Seguro Social -que aunque no le tiene confianza y lo incomoda sobremanera, por su mal trato- no hay más remedio que descontar las cuotas que le quitan de su sueldo y con una esperanza lejana de que le den con su mal. Para los asiduos perdedores de tiempo es una bendición, pues no van a trabajar, hacen amigos de "conversona" y quizás no tienen nada grave, pero sí le quitan el lugar al que tiene un padecimiento serio que necesita urgente intervención oportuna.

Por otro lado el costarricense que padece, cada día está más desorientado con el camino que debe escoger para me orarse de su padecer, él, -el mismo paciente, toma las decisiones equivocadas- ya no existe el médico de familia. En las salas de espera se encuentran los pacientes pidiendo que les hagan uno u otro estudio. Ultrasonidos, gastroscopías, rectoscopías, colonoscopías, lomografías axiales computarizadas, resonancias magnéticas, electroencefalogramas, radiografías, etc. Se les pregunta por la orden del médico que los envió. Más del 90% no la tienen. El decir de éllos es: que ese estudio se las recomendó un amigo que tuvo algo similar, a él o élla. Otros, aún con orden médica, fueron aconsejados por el médico del pueblo o por el del dispensario y muy pocos traen la orden del médico de consulta general del dispensario para que se les haga dentro de cuatro a seis meses en nuestro Seguro Social. Si uno les explica, que primero debe ser ampliamente investigado, con una buena anamnesis y una exhaustiva exploración física, para ver cual de los exámenes de laboratorio o gabinete le conviene (y así no sólo hacerse el examen correcto sino llevar un consejo bien atinado) el paciente menosprecia la insinuación e insiste que se le haga el procedimiento oneroso y a todas luces el considera que esa es su única solución para esclarecer su mal. Yo, como médico, me pregunto hasta que punto tiene la medicina moderna la culpa de ese proceder absurdo? Ya el paciente cree poco en el médico, mucho en todos los adelantos de equipos modernos y tal actitud trae mucha demanda innecesaria de citas de especialistas, de servicios innecesarios, de pérdidas de tiempo por parte de pacientes y médicos, y desde luego, de gastos innecesarios.

El paciente cada día está más desorientado, sin fé en ningún médico y cada día se siente más enfermo. Sabemos los que nos dedicamos al arte de la medicina, que el 80% de las enfermedades son psico-somáticas. Por qué no reforzar esta materia en las Escuelas de Medicina, por qué no hacer más psico-somáticos y más médicos de familia " La visita domiciliaria es cara, pero muchos seguros europeos la siguen practicando y hace más de 30 años, que en países desarrollados, el médico de familia se sigue promocionando cada día más.
 
 
 
 

Dr. Manuel Zeledón Pérez
Director