En temas de salud pública como sarampión, dengue, leptospirosis, etc, se brinda profusa información al público a través de campañas diseñadas para que las personas abandonen creencias erróneas (cuentos y mitos) y sepan como prevenir correctamente estos problemas, además de conocer la importancia de acudir al centro de salud más cercano; lamentablemente con las mordeduras por serpientes no se da el mismo manejo a la fecha. Si bien las personas afectadas por una mordedura de serpiente reciben una adecuada atención hospitalaria, el sistema de salud adolece aún de un programa de información sistemático hacia la población para que conozca detalles básicos de la biología de las serpientes, de como prevenir un accidente y la vital importancia de trasladar el paciente al centro de salud más cercano.
En este punto llamamos su atención estimado lector para que coopere en este proceso de toma de conciencia, para implementar programas de información en todo el sistema de salud, para disminuir así el número de mordeduras que se dan cada año (800 en promedio) y por tanto el índice de secuelas físicas (5-7%) , así como el índice de mortalidad (1%).
Las serpientes nos guste o no conviven con el género humano, debemos pues conocer de ellas y valorar sus aspectos positivos, evitando eso sí el contacto con estos seres vivos. Las serpientes al alimentarse de roedores libran a la humanidad de numerosos roedores, evitando así que los roedores destruyan las cosechas lo que se traduce en problemas económicos, hambre y pestes. Este problema de los roedores todos lo conocemos, sin embargo desconocemos que la serpiente es pues sinónimo de vida y no de muerte, sólo en las culturas orientales se valora este factor positivo de las serpientes, mientras que nuestra cultura occidental la desprecia equivocadamente.
Características físicas de las serpientes:
Se caracterizan por presentar
un cuerpo alargado y cilíndrico; no tienen extremidades, y tienen
un esqueleto óseo muy flexible. A las serpientes (y todos lo reptiles)
se les denomina animales de "sangre fría", debido a que no tienen
capacidad de regular por sí mismos su temperatura corporal.
La piel es seca y no húmeda o babosa como la de los anfibios (ranas, sapos).
Las serpientes no son ciegas (aunque no poseen muy buena visión); gracias a una serie de órganos especiales pueden sentir el calor y oler , detectando lo que se encuentra a su alrededor.
En cuanto a la alimentación, dependiendo de la especie y el tamaño, comen diversos tipos de animales, por ejemplo artrópodos, peces, roedores, anfibios pequeños, reptiles (garrobos y lagartijas), pero también tenemos aquellas que por ser serpientes "arborícolas" atrapan principalmente aves y murciélagos. Las especies grandes no venenosas, como las boas basan su alimentación en mamíferos, como ratas, conejos, pisotes, etc. Otras no venenosas, se alimentan exclusivamente de serpientes y se les llama "ofiófagas"; en nuestro país el ejemplo clásico es la zopilota (Clelia clelia) depredador de nuestra principal serpiente venenosa, la "terciopelo" (Bothrops asper).
Los apareamientos o cópulas varían según la especie, unas en época seca, varias en época lluviosa y otras durante todo el año. Dependiendo de la especie varía el número y tamaño de las crías, por ejemplo en el Serpentario del Instituto Clodomiro Picado (UCR) se han dado casos de partos de serpientes que van desde 6 hasta 90 recién nacidas, y con una variabilidad en el tamaño entre 12 y 48 cm de longitud.
Serpientes no venenosas
Representan la mayoría
de las especies (118), sin embargo por precaución siempre se indica
al público que debe trasladarse a un centro de salud, pues en realidad
la población nacional no está capacitada para diferenciar
entre una serpiente venenosa y otra que no lo es. Corresponde al personal
médico y no al público determinar si hay presencia o no de
algún veneno, así como valorar la herida misma (producto
de la mordedura) determinando sólo entonces el tipo de tratamiento
a seguir.
Para esta especie existe tratamiento hospitalario, aún cuando no se produce un suero específico para neutralizar su mordedura. Por lo tanto si tiene un accidente con este especimen en particular, traslade a la persona de inmediato a un centro de atención médica. Es un accidente muy poco frecuente, a la fecha sólo se registran dos casos.
i-Coral de anillos de tres colores: aquí se ubican tres especies. Sus anillos son de color rojo-negro-amarillo. Se localizan en todo el país hasta unos 2000 m de altura . Conocidas como "coral macho" o "coralillo", sin embargo vale recordar en este punto que no sólo el macho es venenoso. Son pequeñas oscilando entre 90 cm y un máximo de 1,10 m de largo, con una cabeza ovalada y dos pequeños colmillos que se ubican en el maxilar superior Debido a esto, las mordeduras por estas serpientes sólo se pueden dar en partes delgadas, como por ejemplo en los dedos de la mano o del pie. Se estiman unos 10 casos de mordeduras por estas especies de coral cada año.
Su veneno es neurotóxico y para estas mordeduras se requiere el uso del suero anticoral como parte del tratamiento hospitalario.
ii-Coral de anillos de dos colores: consta de una sola especie en cuyos anillos podemos observar los colores negro y rojo o/ negro y blanco y se le conoce como "gargantilla". Un adulto puede tener una longitud aproximada a los 1,20 m y su distribución se circunscribe a la región Atlántica y la zona norte del Pacífico hasta unos 1200 m sobre el nivel del mar. Gracias a esto y al hecho de que sus poblaciones son muy reducidas es que el número de envenenamientos es escaso. Posee un veneno de acción neurotóxica, y para neutralizar los efectos de dicho veneno se necesita el empleo de suero específico antigargantilla. Pocas veces se conoce algún caso de mordedura por esta especie.
En este grupo se encuentran 13 especies denominadas "tobobas". Se distribuyen en diferentes zonas y altitudes en todo el país; de frontera a frontera, de costa a costa y hasta los casi 3000 metros de altura. Además se encuentran ejemplares de distintos tamaños, pudiendo encontrarse individuos desde 15 cm hasta 3 m de longitud. Las especies venenosas pertenecientes a este grupo se les conoce bajo las siguientes denominaciones: cascabel (chil-chil), matabuey (cascabel muda o plato negro), mocasín (castellana o cantil), terciopelo, bocaracá (oropel o toboba de pestaña), lora, tamagá, mano de piedra, toboba de altura, toboba chinga y víbora de árbol.
Clínicamente no interesa conocer de manera exacta la distribución geográfica y ni siquiera la variedad de nombres vulgares, dado que el suero que se aplica en mordeduras por alguna especie de este grupo es el mismo para todos los casos, el suero polivalente. Lo más importante es la valoración clínica oportuna de los síntomas que presenta el paciente mordido por alguna de estas "tobobas venenosas".
El veneno de las tobobas produce destrucción de tejidos y problemas con la coagulación de la sangre, estos dos efectos combinados producen primero un daño local y con el correr de los minutos y las horas un cuadro sistémico, donde pueden verse afectados órganos vitales. En genera los daños que ocasiona estos venenos se manifiestan externamente en una fuerte inflamación de la zona mordida y sangrados en ciertas regiones del cuerpo, lo que permite diferenciar estos signos y síntomas de una mordedura por cualquier otra serpiente.
En resumen: no perder el tiempo con ninguna práctica popular, sino trasladar el paciente al hospital más cercano, donde el paciente recibirá el tratamiento que el personal médico considere luego de la valoración de síntomas y signos.
NOTA: si desea acceder mayor información puede hacerlo a través de la página del Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica: ww.icp.ucr.ac.cr en esta página usted puede hacer también sus consultas con los profesionales de esta institución universitaria.