
© 2017. Asociación Costarricense de Medicina Legal y Disciplinas Afines
Medicina Legal de Costa Rica - Edición VirtualVol. 34 (1), Marzo 2017. ISSN 1409-0015
La valvulopatía aórtica bicúspide (VAB), usualmente produce complicaciones hasta la edad adulta. Pre-
sentando, una clara preponderancia masculina, 3:1 (Basso, 2004).
La conformación más habitualmente de esta alteración, está constituida por dos valvas desiguales, siendo
la mayor la que presenta un rafe central como resultado de la fusión de dos de las tres valvas. No obstante,
existen diversos patrones morfológicos, dependiendo de qué comisuras estén fusionadas. Esta variante (la
más frecuente), supone la fusión de las cúspides coronarianas derecha e izquierda.
Por otra parte, hasta en un 50% de los adultos con VAB se observan otras anomalías no valvulares, como
lo son: dilatación de la aorta ascendente (aneurismas de aorta torácica), coartación de aorta, alteraciones
a nivel del tronco de la arteria pulmonar, hipoplasia de corazón izquierdo, síndrome de Shone (múltiples
lesiones obstructivas izquierdas), síndrome de Williams, síndrome de Turner, comunicación interventricular
(CIV), persistencia del ductus arterioso, comunicación interauricular (CIA) y anomalías coronarias (Samuel,
2010).
A pesar de las potenciales complicaciones, los estudios más recientes conrman que actualmente las
personas con VAB no ven acortada su esperanza de vida respecto a la población general. De hecho, en
pacientes asintomáticos sin disfunción valvular signicativa, se ha publicado supervivencia a los 20 años
del 90%±3% (Michelena, 2008).
Desde el punto de vista del seguimiento se recomienda controles anuales si hay disfunción valvular
signicativa o cuando la raíz aórtica mida más de 40 mm de diámetro, para las personas asintomáticas
por completo los controles se pueden distanciar hasta cada dos años.
En relación con el tratamiento intervencionista o quirúrgico, éste variará según las circunstancias y la
edad del enfermo. En la infancia se recomienda valvuloplastia con balón, intentando evitar implantar
prótesis, por el problema añadido que supone el crecimiento. En adultos las indicaciones quirúrgicas son
similares a las de los enfermos con valvulopatía trivalva, siendo el reemplazo valvular el procedimiento
más frecuente. Suele ser preciso a una edad más temprana que en la valvulopatía degenerativa (La
Canna, 2006). Aunque existen pocos datos, en general, se acepta que no hay limitaciones especícas
para realizar actividad física en VAB sin disfunción signicativa o sin dilatación aórtica por encima de 4,5
cm (Grahan, 2005).
La evolución clínica es muy variable, y va desde enfermedad valvular severa en la infancia hasta afectación
valvular aórtica asintomática en la vejez. Normalmente, los síntomas se desarrollan en la edad adulta.
Sólo uno de cada 50 niños presentan enfermedad valvular signicativa clínicamente, en la adolescencia.
La prevalencia del desarrollo de alteraciones valvulares o dilatación aórtica varía mucho según la época
del estudio, la cohorte seleccionada, y la técnica de imagen empleada para el diagnóstico. Durante el
seguimiento, en estudios recientes (Michelena, 2008)(Tzemos, 2008), se han constatado, como factores
de riesgo de desarrollar complicaciones, la edad mayor de 30 años, y la existencia estenosis o insuciencia
valvular áortica moderada o severa.
La Estenosis aórtica, se da como un proceso activo, tal vez iniciado por un mecanismo inamatorio, y
brosis con depósito de lipoproteínas y calcio, en el borde aórtico de las valvas. En la infancia, se observa
poco calcio valvular, mientras que en los adultos, la progresión de la enfermedad se debe habitualmente
a la calcicación de la misma. Esta calcicación suele detectarse ya a partir de los 40 años.
Antes de que comenzaran a usarse los antibióticos, la ebre reumática era la principal causa de enfermedad
valvular. Hoy en día, es más probable que la enfermedad valvular esté vinculada a un debilitamiento