REVISTA MEDICINA LEGAL DE COSTA RICA Vol. 36 (2) Septiembre 2019
REVISTA MEDICINA LEGAL DE COSTA RICA
ISSN 2215-5287
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Sistema penitenciario y vejez: aportes de la evaluación neuropsicológica forense
Penitentiary System and old age: contributions of the forensic neuropsychological evaluation
Castro-Goméz, M.J*., Saborío-Valverde, C*., Jurado-Solórzano, A* & Salazar-Villanea, M**.
*Universidad de Costa Rica
**Instituto de Investigaciones Psicológicas
Correspondencia: María José Castro Gómez –mrjca19@gmail.com
Recibido: 08-04-2019 Aceptado:10-VIII-2019
Resumen
Introducción: El envejecimiento poblacional ha impulsado a que su abordaje se convierta en un tema
prioritario a nivel mundial, sobre la cual aún existen mitos y discriminación, siendo las personas adultas
mayores en privación de libertad en un sistema penitenciario, una población con mayores riesgos de
exclusión y que cuentan con características neuropsicológicas que ameritan su atención. Por lo tanto, se
realizó en Costa Rica un primer abordaje en el Centro de Atención Institucional Adulto Mayor desde la
neuropsicología forense, para mejorar los protocolos disponibles de evaluación de la población adulta
mayor. Procedimiento: Se llevó a cabo un trabajo final de graduación en formato de práctica dirigida
durante 858 horas tanto de forma presencial como a distancia, en el período de abril del 2017 a abril del
2018, participando de los procesos de evaluación neuropsicológica forense, elaboración de un protocolo de
evaluación neuropsicológica forense y participación en procesos psicoeducativos sobre consumo de
sustancias y violencia sexual. Resultados: En total se atendieron 40 personas hombres, entre 58 y 85 años
de edad. Con variables sociodemográficas y de salud como una baja escolaridad (45%), con antecedentes
de trauma craneoencefálico (67%) y en su mayoría cometieron abuso sexual (55%). Se elaboró un protocolo
de evaluación neuropsicológica que incluye un módulo de entrevista y observación, evaluación del estado
de ánimo y evaluación del funcionamiento cognitivo.
Palabras claves
Neuropsicología forense, adultez mayor, evaluación, protocolo
Abreviaturas
ONUCDC: Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen
PAM: Personas Adultas Mayores
ONU: Organización de las Naciones Unidas
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INEC: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
CAI Adulto Mayor: Centro de Atención Institucional Adulto Mayor
Abstract
Introduction: Population ageing has become a priority between the attention and care systems but still deals
with myths and discrimination, being the older adults incarcerated in the prison system a population with a
greater risk of exclusion and that have neuropsychological characteristics that need attention. Therefore, a
first approach was carried out in Costa Rica in the Institutional Adult Care Center from the forensic
neuropsychology, to improve the available protocols for the evaluation of the older adult population.
Method: A final graduation work was carried out in a guided practice format for 858 hours both in person
and remotely, in the period from April 2017 to April 2018, participating in the processes of forensic
neuropsychological evaluation, preparation of a protocol of forensic neuropsychological evaluation and
participation in psychoeducational processes on substance use and sexual violence. Results: In total 40 male
people, between 58 and 85 years of age, were attended. With sociodemographic and health variables such
as low schooling (45%), with a history of cranioencephalic trauma (67%) and most of them committed
sexual abuse (55%). A neuropsychological evaluation protocol was elaborated that includes an interview
and observation module, evaluation of mood and evaluation of cognitive functioning module.
Abbreviations
ONUCDC: United Nations Office on Drugs and Crime
PAM: Older Adults
ONU: United Nations Organization
INEC: National Institute of Statistics and Census
CAI Adulto Mayor: Institutional Adult Center for older people
Key words
Neuropsychology, adulthood, evaluation, protocol
Introducción
Con el envejecimiento poblacional, como cambio demográfico mundial, el abordaje de la vejez se convierte
en un tema prioritario sobre el cual existen aún mitos, estereotipos y discriminación (1), siendo la vejez en
reclusión, en un sistema penitenciario, una población con mayores riesgos de exclusión (2).
La cantidad de personas adultas mayores se ha incrementado considerablemente en los últimos años,
alcanzando en el 2017 el 13% de la población mundial, aproximadamente 962 millones de personas adultas
mayores (PAM) (3). En Costa Rica, datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos [INEC] (4) señalan
que la población adulta mayor representa a 792 511 personas en la actualidad y se espera que la tendencia
sea hacia arriba con forme pasen los años.
Este incremento de PAM exige, por consiguiente, una respuesta integral de salud pública en el que se
incluyan aquellas instancias que trabajan con la población (3). Aspectos como el aumento de la esperanza
de vida en algunos países, así como el aumento de la duración de las penas y la introducción de penas
severas, han tenido un impacto en el crecimiento de PAM en prisión (2). Una población envejecida que, sin
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embargo, ha sido poco estudiada y sobre la cual se aplican en el sistema penitenciario una serie de modelos
que generalizan resultados derivados del trabajo con otras poblaciones.
En Costa Rica, según datos del Ministerio de Justicia y Paz (5), el sistema penitenciario nacional atiende a
35.443 personas, de las cuales solamente 12.616 se encuentran institucionalizadas, el resto se ubica en
regímenes semi-abiertos y abiertos. Por lo tanto, la población se divide en cinco programas de atención:
institucional (12.616), penal juvenil (936), semi-institucional (4.276) y comunidad (16.392) además del
programa de vigilancia electrónica (528). No existen datos exactos de la cantidad de población adulta mayor
en todo el sistema penitenciario, pero se presume que asciende a s de 500 adultos mayores distribuidos
en diversos centros de atención institucional.
Vejez y cárcel son, por tanto, temas poco explorados en Costa Rica, donde se documentan pocos estudios
en el campo, cuyos objetivos se centraban en investigar la relación entre los factores de vulnerabilización y
la ansiedad ante la muerte en 80 (ochenta) ofensores sexuales recluidos en el Centro de Atención
Institucional Adulto Mayor, la prevalencia de síntomas de depresión en la población adulta mayor, las
consultas en servicios sanitarios y situaciones que producen estrés (6, 7, 8, 9).
De particular interés el Centro de atención institucional Adulto Mayor [CAI Adulto Mayor] es el único
centro penitenciario exclusivamente centrado en personas mayores, que maneja una población que oscila
entre 150 y 170 adultos mayores cuyo perfil sociodemográfico, cognitivo y funcional no se encuentra
sistematizado y disponible. El CAI Adulto Mayor, pertenece a los centros de atención institucional, los
cuales están en el nivel de máxima institucionalización, cuya característica especial es la de posibilitar la
contención física y la privación de libertad (libertad de desplazamiento) es un centro que cuenta con seis
secciones; un consultorio médico, área de cocina con dos comedores, uno destinado a la población y otro al
personal; una biblioteca, un centro de cómputo, rampas para acceder a los diferentes servicios, en cada
sección se ha instalado agarraderas en los baños y duchas eléctricas. Las camas que utilizan son individuales
(las llamadas de hospital), cada interno tiene una mesa de noche y su respectivo cajón (9, 10).
Los adultos mayores privados de libertad, presentan características distintas. Según la ONUCDC (2) existen
tres tipos principales de adultos mayores en prisión, los cuales se distinguen en: aquellos que fueron
condenados a largas penas de prisión mientras eran jóvenes y que han crecido en la cárcel; el segundo grupo
se compone por ofensores habituales, que han estado dentro y fuera de la prisión a lo largo de sus vidas. Se
ajustan razonablemente bien a la vida en prisión, aunque a menudo tienen problemas de salud crónicos,
incluyendo particularmente, una historia de abuso de sustancias y violencia; el tercer grupo se compone de
aquellos que han sido condenados siendo adultos mayores. Sus delitos suelen ser graves, como los delitos
sexuales.
Las PAM privadas de libertad requieren de atención debido a variables tales como: una mayor tasa de
enfermedades crónicas y discapacidad- enfermedades del corazón, pulmón y síndromes demenciales en
comparación con ofensores más jóvenes-; una comorbilidad de trastornos mentales y abuso de sustancias,
y una disminución significativa de las capacidades cognitivas -deterioro cognitivo- y funcionales en
comparación con adultos mayores que no están en prisión (11, 12, 13). Estas características de la población
son importantes para la neuropsicología forense debido a que son variables que se deben tomar en cuenta al
momento de realizar evaluaciones de riesgo, simulación y de consumo de sustancias al interior del sistema
penitenciario.
Debido a que la neuropsicología forense cuenta con conocimientos únicos en neuroanatomía,
neuropatología y evaluación funcional de las habilidades de una persona (14) estos le permiten participar
en casos forenses en los que se requiera evaluar a una PAM privada de libertad que presenta algún tipo de
deterioro cognitivo y este incide en su situación legal.
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Por ejemplo, Rodriguez, Boyce y Hodges (15), señalan que el tema de deterioro cognitivo en personas
ofensoras sexuales es controversial. Sin embargo, en el estudio que realizaron con 100 adultos mayores
privados de libertad por el delito de ofensa sexual, obtuvieron como resultado que las personas adultas
mayores ofensoras sexuales que cometían su delito en la adultez mayor, mostraban un rendimiento
neuropsicológico más bajo que el de personas adultas mayores no ofensoras sexuales. Señalan que los
déficits cognitivos pueden ser un factor de riesgo que incremente la posibilidad de cometer una ofensa
sexual debido a dificultades para autorregularse, planificar, tomar decisiones e inhibirse.
Variables como un historial de trauma craneoencefálico (TCE) en la población adulta mayor privada de
libertad se deben tomar en cuenta debido a que un historial de TCE se ha asociado con diversos aspectos
del comportamiento delictivo, los cuales incluyen pensamiento antisocial, dificultad de autocontrol,
impulsividad, dificultad en resolución de problemas y búsqueda de gratificación inmediata (16). Estas
características se han asociado a comportamientos vinculados al riesgo de ofensa sexual. El daño cerebral
adquirido o procesos de cambio neurológicos se asocian a trastornos neuroconductuales, también llamados
neuropsiquiátricos que interesan a la neuropsicología forense porque permite incorporar y comprender las
posibles relaciones que existen entre variables externas y comportamiento.
Tomando en cuenta la realidad descrita, se realizó en Costa Rica un primer abordaje en el CAI Adulto
Mayor desde la neuropsicología forense, para mejorar los protocolos disponibles de evaluación de PAM.
En este sentido, se entendió el aporte de la neuropsicología forense como la aplicación de la evidencia
neuropsicológica para ayudar a la toma de decisiones legales (17), retomando desde las neurociencias
cognitivas (18) los aportes para la comprensión de procesos de desinhibición asociados a la impulsividad,
y la agresión, que no son evaluadas de forma adecuada por otros instrumentos psicométricos y que son
relevantes en el contexto forense.
A nivel penitenciario en esta experiencia, se entendió también que la neuropsicología forense participa en
evaluaciones de riesgo, valoraciones cognitivas para ingresar a un grupo de intervención el cual es un
requisito para solicitar un beneficio carcelario, valoraciones cognitivas en personas privadas de libertad con
consumo de sustancias y casos de simulación de problemas de memoria.
Al ser una estrategia de evaluación de reciente incorporación al sistema penitenciario y a las labores de la
psicología en el contexto costarricense, en este artículo lo que se pretende es describir a la población
atendida en este abordaje realizado en el CAI durante un año y presentar una propuesta de protocolo para la
evaluación neuropsicológica forense que pueda ser aplicado en prisiones con características similares a las
del Centro de atención institucional adulto mayor.
Método
El CAI AM, pertenece a los centros de atención institucional, los cuales están en el nivel de máxima
institucionalización, cuya característica especial es la de posibilitar la contención física y la privación de libertad
(libertad de desplazamiento) de la persona ubicada en dicho programa. En éste se desarrollan las acciones
dirigidas a las personas que por una disposición judicial y por sus características, están ubicadas en centros
penales cerrados ya que se ha considerado que requieren durante un período transitorio estar físicamente
separados de la vida en sociedad (10).
Por lo tanto, se llevó a cabo un trabajo final de graduación en formato de práctica dirigida durante 858
horas tanto de forma presencial como a distancia, en el período de abril del 2017 a abril del 2018,
participando de los procesos de evaluación neuropsicológica forense, elaboración de un protocolo de
evaluación neuropsicológica forense y participación en procesos psicoeducativos sobre consumo de
sustancias y violencia sexual.
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El enfoque desde la neuropsicología forense se convirtió en una necesidad en el CAI Adulto Mayor porque
en los últimos años se han presentado situaciones de adultos mayores con deterioros cognitivos leves y
síndromes demenciales, los cuales dificultan la permanencia y desenvolvimiento de la población en el CAI.
Tomando en cuenta esta información, el CAI Adulto Mayor solicitó la colaboración para realizar un
protocolo de evaluación para comprender el funcionamiento cognitivo, las competencias y capacidades que
tiene una persona relacionadas con las preguntas psicolegales, y cuáles son las adecuaciones que necesita
para desenvolverse de la mejor manera. Esta información funciona como fuente colateral en la toma de
decisiones sobre cambios de medidas legales, competencias para enfrentar procesos de inserción y
evaluaciones de riesgo de cometer una ofensa, ingreso a un grupo de intervención, así como para brindar
insumos en el plan de atención profesional que se asigna a cada persona privada de libertad.
Participantes
La población con la cual se trabajó estuvo conformada por 40 personas privadas de libertad adultas mayores,
seleccionadas por muestreo no probabilístico de casos atendidos por Psicología en el Centro de Atención
Institucional Adulto Mayor. Se incluyó a personas mayores de 60 años que necesitaban de una valoración
de un probable deterioro cognitivo por referencia del equipo interdisciplinario conformado por psicología,
trabajo social, orientación personal del sector educativo presente en el CAI. La mayoría de las personas
evaluadas tenían una edad de 70-71 años de edad. La persona con menor edad fue de 58 años y la de mayor
edad fue de 85 años. Esto también permitió tener una gran variabilidad de edades y necesidades según cada
grupo etario.
Tabla 1. Características de la población evaluada
Variables
Frecuencia
Porcentaje %
Escolaridad
Nula
8
20
Primaria Completa
2
5.0
Primaria Incompleta
18
45
Secundaria Completa
3
7.5
Secundaria Incompleta
9
22.5
Delito
Abuso Sexual
22
55.0
Femicidio
1
2.5
Homicidio
6
15.0
Tentativa de Femicidio
1
2.5
Tentativa de Homicidio
1
2.5
Venta de drogas
2
5.0
Violación
7
17.5
TCE
No
13
32.5
27
67.5
Exposición Agroquímicos
No
31
77.5
9
22.5
Nacionalidad
Costarricense
33
82.5
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Nicaragüense
7
17.5
La población evaluada participa en talleres de artesanía en donde pueden confeccionar diferentes obras y
venderlas en actividades que realiza el Ministerio de Justica, en el programa CINDEA (Centro Integrado
de Educación para Adultos del Ministerio de Educación) el cual imparte lecciones de primaria y secundaria,
en actividades deportivas como fútbol y en grupos de asociaciones de la sociedad civil como la Asociación
Gerontológica Costarricense (AGECO), Instituto Nacional de aprendizaje (INA), Caja Costarricense del Seguro
Social (CCSS).
Por otra parte, cada seis meses, un año o dos años, dependiendo de su sentencia, se hace un análisis integral de
cada privado de libertad, para revisar y ajustar el acompañamiento técnico que se le ha brindado y la respuesta
al mismo que haya evidenciado el privado de libertad, siendo el momento oportuno para programar servicios o
procesos de atención que respondan a nuevas necesidades sentidas por el sujeto o detectadas por el equipo técnico
(9).
Según Aragón (9) como una estrategia de acompañamiento, se ha visualizado tres momentos de atención:
-Proceso de ingreso: como su nombre lo indica, el proceso de ingreso se constituye en todo el tiempo
que la persona privada de libertad requiere para adaptarse relativamente bien a su nueva condición de
privado de libertad. En este proceso se potencia un acompañamiento individualizado.
-Proceso de acompañamiento: es el proceso largo y se le brinda a la persona privada de libertad durante
la mayor parte de su institucionalización, además se constituye como objetivo principal el atender sus
necesidades manifiestas y detectadas.
-Proceso de egreso: se refiere al desarrollo de forma integral (todas las disciplinas) ofreciéndole
preparación a su incorporación a la sociedad o en su defecto a la integración de otra modalidad.
Procedimiento
Luego de seis meses de inducción, observación, entrevistas no estructuradas y revisión de protocolos
internacionales, se confeccionó una entrevista clínica-forense y una observación conductual elaborados por
los autores de este artículo. Como segunda fase, para el protocolo de evaluación neuropsicológica se
seleccionaron pruebas que cumplieran con los siguientes criterios: instrumentos con datos normativos de
población adulta mayor preferiblemente latinoamericana ajustados por edad y nivel de escolaridad (19, 20,
21). Con base en los anteriores criterios y una vez discutidos con los expertos a cargo del centro
penitenciario, se eligieron las siguientes pruebas:
La prueba de cribaje denominada NEUROPSI en formato breve y el NEUROPSI de Atención y
Memoria (22), los cuales permiten evaluar un amplio rango de funciones cognoscitivas como memoria,
atención, funciones ejecutivas y habilidades visoespaciales.
Se utilizó el Test de los Senderos (TESEN) elaborado por Portellano y Martínez (23) que permite evaluar
globalmente el funcionamiento ejecutivo, poniendo énfasis en la capacidad de planificación de la persona
evaluada. También se trabajó con el Trail Making Test A y B, que se enfoca en evaluar el funcionamiento
ejecutivo y las habilidades visuoespaciales. La Escala de Puntuación de Demencia-2 (DRS-2) (24) la cual
fue diseñada para proporcionar una evaluación breve del funcionamiento cognitivo en personas con
sospecha de deterioro cognitivo.
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El Test de Boston para el Diagnóstico de la Afasia (Formato Abreviado) (25), adaptado al español por
García-Albea (26) se utilizó para obtener un muestreo amplio pero sintético de los rendimientos necesarios
para una evaluación de funciones como el habla, la compresión auditiva y la expresión oral.
En la tercera fase se revisaron pruebas asociadas a estado de ánimo y decir por esto con el fin de poder
realizar una evaluación diferencial debido a que algunos deterioros cognitivos cursan con depresión y
ansiedad, o estos son un síntoma prematuro del deterioro cognitivo (27).
Se empleó la Escala de Depresión Geriátrica GDS de Yesavage (28) que se utiliza para evaluar
sintomatología depresiva la Escala Geriátrica de Ansiedad (GAS 1) de Segal y Payne. Como cuarta fase
se estableció la necesidad de evaluar simulación trastornos de memoria debido a que se ha recurrido a la
evidencia proporcionada por estas pruebas para usarlas como apoyo para legitimar o refutar las quejas
relacionadas al deterioro de habilidades cognitivas (29, 30). Por lo tanto, e trabajó con pruebas
neuropsicológicas para la detección de simulación como el Test de Simulación de Problemas de memoria
(TOMM) la cual es una test destinado a ayudar en la discriminación entre problemas de memoria genuinos
y simulados. Se utilizó la versión elaborada por Tom Tombaugh y adaptada al español por Vilar-López,
Peréz García, Puente en el 2011.
Resultados
La población adulta mayor privada de libertad representa un reto en el abordaje desde la psicología debido
a que tienen condiciones de salud y desarrollo psicosocial que los ubica en una posición de vulnerabilidad
dentro de un sistema de justicia diseñado para personas adultas y jóvenes. Estas personas se ubican en un
entorno con carencias y condiciones estructurales que no se adaptan a sus necesidades, con antecedentes de
patología neurológica, con un ambiente actual poco estimulante y en el que la neuropsicología puede brindar
insumos y elementos para la toma de decisiones como los que se mencionan a continuación.
Protocolo de evaluación neuropsicológica
El protocolo elaborado toma en cuenta factores como la disponibilidad del tiempo para realizar evaluaciones
en el CAI AM debido a que este es reducido y el presupuesto destinado en el Ministerio de Justicia para
adquirir pruebas que es muy limitado.
Por lo tanto, se tomó la decisión de que el protocolo estuviera dividido en tres partes, como módulo de
entrevista y observación conductual se elaboró una entrevista clínica-forense en la cual se abordan áreas
como la salud, lo académico y laboral, relaciones interpersonales y consumo de sustancias dentro de la
población privada de libertad y una observación de áreas como el estado de ánimo, pensamiento, estado de
alerta, presentación personal. Además, la inclusión de unos indicadores de cambio cognitivo. Para el módulo
de estado de ánimo, se escogieron dos pruebas que miden síntomas de depresión y ansiedad como la Escala
de Depresión Geriátrica GDS de Yesavage (28), con modificaciones en algunos ítems, y la Escala
Geriátrica de Ansiedad (GAS 1) de Segal y Payne, esto con el fin de poder realizar una evaluación
diferencial debido a que algunos deterioros cognitivos cursan con depresión y ansiedad, o estos son un
síntoma prematuro del deterioro cognitivo.
En cuanto al módulo de valoración cognitiva se conside relevante mantener la prueba de cribaje
denominada NEUROPSI en formato breve (22), ya que es de los pocos test que tienen datos normativos
para población adulta mayor y con escolaridad nula-baja, un factor predominante en la población privada
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de libertad, y se decidió utilizar el Trail Making Test A y B, como una medición de funcionamiento
ejecutivo.
Con este protocolo se brindaron evidencias para para apoyar en la toma de decisiones sobre preguntas
psicolegales como:
a. Evaluaciones neuropsicológicas para ingresar a un grupo de intervención y rehabilitación
vinculado al delito.
b. Evaluación del funcionamiento cognitivo de personas con consumo crónico de sustancias.
c. Evaluaciones de riesgo de violencia por motivo de cambio de modalidad de la pena y solicitud
de visita conyugal.
d. Valoraciones cognitivas de personas privadas de libertad.
Debido a las características de la población, este protocolo de evaluación sirvió como fuente colateral para
apoyar la atención de las personas adultas mayores. Además, permitió dilucidar los ámbitos en los cuales la
neuropsicología forense es pertinente y en cuáles no.
Discusión
Con la puesta a prueba del presente protocolo fue evidente que las evaluaciones neuropsicológicas forenses
de personas adultas mayores, requieren de la experticia y toma de conciencia de las implicaciones de la
historia de desarrollo en el ciclo vital de esta población. Como uno de los principales hallazgos derivados
de esta experiencia, se puede mencionar la documentación, por primera vez en el sistema penitenciario
costarricense, del gran porcentaje de historial de traumas craneoencefálicos presentado por las personas
mayores evaluadas, lo cual concuerda con la literatura científica en la que se reporta que la incidencia de
TCE en la población privada de libertad es particularmente alta (31). Además, este fenómeno se acompaña
de otras variables que tienden a la afectación del funcionamiento neuropsicológico como consumo de
sustancias, los cuales al presentarse en conjunto, podrían funcionar como factores de riesgo para el
desarrollo de síntomas de depresión, ansiedad y problemas en la regulación emocional, típicamente descritas
en poblaciones con daño cerebral adquirido y abuso de sustancias.
Vinculado a esto, es clara la importancia de desarrollar modelos de evaluación que permitan tomar en cuenta
particularidades de la población adulta mayor atendida, caracterizada en Costa Rica, en el CAI, por una baja
formación académica, analfabetismo o escolaridad primaria incompleta. Dado que la mayoría de pruebas
psicológicas y neuropsicológicas están atravesadas por la educación y el contexto académico (32). Los test
neuropsicológicos, tienen limitaciones para explicar el funcionamiento de las personas en su contexto
diario. Como señala García, Sánchez y Aliaga (26) la presencia de dificultades cognitivas (demostradas a
través de procesos psicométricos) no quiere decir que la persona no puede realizar determinadas actividades
de un modo satisfactorio. Si bien los tests neuropsicológicos son buenos para evaluar procesos cognitivos,
estos no nos proporcionan información respecto a la capacidad del individuo para utilizar estrategias
compensatorias o ayudas externas.
Lo cual lleva a cuestionar el papel que se le ha querido adjudicar a las pruebas neuropsicológicas al verlas
como medidas de daño cerebral en lugar de utilizarlas como lo que son: medidas de habilidades cognitivas
(33). Se considera importante fomentar esta visión debido a que un bajo rendimiento en pruebas
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neuropsicológicas se puede dar por otros factores más allá del daño cerebral, entre estos factores se puede
mencionar una limitada cooperación o inatención causada por la fatiga, dolor, incomodidad, efectos de
medicamentos, abusos de sustancias, problemas de aprendizaje, trastornos mentales o poca motivación. Por
lo tanto, se debe apelar a un modelo de evaluación que se enfoque en la triangulación de información para
la toma de decisiones
Por lo tanto, estos modelos de evaluación deben migrar hacia un enfoque con validez ecológica, entendida
como la relación funcional y predictiva que se establece entre la ejecución del sujeto en la exploración
neuropsicológica y su contexto diario (20, 26). En el contexto forense, esta perspectiva es particularmente
importante ya que podría aportar mayor legitimidad a las decisiones que se toman.
Resulta de interés señalar que el delito que más se reportó en la población evaluada fue la ofensa sexual, lo
cual concuerda con lo que han encontrado organismos internacionales e investigaciones científicas y que en
esta experiencia se pudo observar: adultos mayores privados de libertad, cuyo primer delito ocurre en la
vejez, suelen ser condenados por ofensa sexual. Es frecuente encontrar en la literatura existente, que la
mayoría de adultos mayores que cometieron su delito sexual lo realizaron en edades mayores a los 65 años
(2) y esta población, tanto en la práctica como en estudios científicos, presentaron un rendimiento cognitivo
bajo en tareas de funcionamiento ejecutivo particularmente en control inhibitorio y flexibilidad cognitiva
(medidos con el Trail Making y TESEN) (15). Estas características deben ser estudiadas con mayor
profundidad, cuestionando las implicaciones neuropsicológicas, forenses y psicosociales de los datos, así
como su valor para el manejo legal.
Además, tal y como lo reportan Rodriguez, Boyce y Hodges (15), la población evaluada en Costa Rica
presentó también un historial de hipertensión, el cual constituye un factor de riesgo para el desarrollo de
deterioro cognitivo en la vejez y, como se mencionó anteriormente, complejizan aún más el escenario de
análisis multifactorial en las historias de desarrollo que incluyen de estas personas que poseen antecedentes
de TCE y carencias múltiples psicosociales. Si bien nada de ello exculpa del delito cometido, el análisis de
estos factores de riesgo amplían el abanico de consideraciones para el abordaje que quienes incurren en una
ofensa sexual en su vejez o bien para reincidir en ella. Se considera que es importante documentar que
muchas de las personas que cometen una ofensa sexual en la adultez mayor podrían estar presentando
sintomatología frontal y que esto requiere de más y mejores investigaciones.
Otro de los factores relevantes encontrados en esta experiencia costarricense, es la alta exposición a
agroquímicos tóxicos que, en el CAI, corresponde a un 22% de la población evaluada. Su impacto en la
cognición de estas personas mayores debe estudiarse con mayor rigurosidad, ya que investigaciones
realizadas en el país por Wesseling, van Wendel de Joode, Keifer, London, Mergler, Stallones (34) en las
bananeras de Limón, encontraron que los trabajadores expuestos a los pesticidas utilizados en las bananeras
como el organofosfato y el carbamato, mostraron un rendimiento bajo en tareas psicomotoras y habilidades
visomotoras, además, presentaban síntomas neuropsiquiátricos como depresión, ansiedad, irritabilidad,
defensividad, tensión y paranoia.
Conclusiones
Ésta experiencia práctica y teórica parece indicar que se debe de seguir investigando sobre las características
de la población adulta mayor privada de libertad como el antecedente de trauma craneoencefálico y la
exposición a agroquímicos así como el fenómeno observado de que la mayoría de personas adultas mayores
privadas de libertad entran al sistema por un delito sexual.
Se debe reconocer el alcance limitado que tiene la neuropsicología forense hasta el momento, en donde
puede servir como una fuente más de información y no como una práctica en la cual se quiera depositar toda
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la responsabilidad. Además, se debe tomar en cuenta la necesidad de avanzar el desarrollo de modelos de
evaluación neuropsicológica con validez ecológica y adaptada a la población en estudio.
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