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Gestión en Salud y Seguridad Social • ISSN: 2215-6216 • Vol. 1 (1): e187, Enero-Diciembre, 2022
(Publicado Nov. 19, 2022)
terapia de reemplazo, un recurso para la cesación del taba-
quismo, en la actualidad se vislumbra una serie de problemas
asociados, muchos de los cuales se desconocían previamente.
Ciertos estudios han establecido que poseen más cromo,
níquel y plomo que los cigarrillos tradicionales. Otros sugie-
ren que los aerosoles provocan daños en el pulmón y lesiones
similares al enfisema (15).
En adolescentes, se conoce que los cigarrillos electróni-
cos podrían promover la dependencia y también provocar
que otras sustancias, especialmente las estimulantes, resul-
ten más placenteras para el cerebro (16).
En ese grupo de la población su uso se empezó a regis-
trar en el año 2018 con una tasa de consumo alguna vez en la
vida igual a 3,40 %: 4,30 % en hombres y 2,50 % en mujeres
(12). En el caso de los adultos, los resultados de dos estudios
realizados en Costa Rica (14, 17) indican una baja utilización
de cigarrillos electrónicos (<1,50%).
En general, ya se han reportado enfermedades graves y
fallecimientos asociados al uso de los cigarrillos electrónicos;
sin embargo, algunos estudios anotan que estos son más se-
guros que los convencionales, al poner a disposición menos
cantidad de toxinas y cancerígenos (18).
En cuanto a su uso como recurso para dejar de fumar,
cabe mencionar que este es de poco valor, pues los estudios
realizados en la Subregión Latinoamericana enfatizan los
riesgos de su utilización por parte de menores de edad y su
potencial como inductores de fumado convencional (19).
Dado que algunos dispositivos contienen nicotina, el
riesgo conocido persiste y las hospitalizaciones por lesiones
pulmonares y fallecimientos confirmados son suficiente ar-
gumento para solicitar su prohibición o su regulación donde
su venta esté permitida (20), como en Costa Rica.
En otro orden, pero íntimamente relacionado, se ha es-
tablecido que dejar de fumar puede ser especialmente im-
portante para prevenir la infección por SARS-CoV-2 o evitar
las complicaciones subsecuentes asociadas con ella (21). Se
cree que los consumidores de tabaco que abandonan el con-
sumo podrían manejar mejor las condiciones comórbidas en
caso de llegar a infectarse, dado que la cesación supone una
mejora sustancial de la función pulmonar y cardiovascular y
dar como resultado un mejor desempeño del sujeto para res-
ponder a la infección y así reducir su probabilidad de fallecer.
Dentro de ese contexto, como país, se está ante dos
grandes desafíos. Por una parte, la introducción de cigarri-
llos electrónicos u otros productos de tabaco, los cuales, si
bien presentan una prevalencia baja, no se pueden descartar
como un riesgo cierto, en virtud de su potencial cada vez más
claro de afectación del sistema respiratorio, lo cual trasciende
la pandemia actual para inscribirse en futuros eventos, según
han informado recientemente fuentes autorizadas (22-24).
Un segundo desafío tiene que ver con la capacidad local
para enfrentar el nivel de susceptibilidad de los no fumado-
res, así como los factores de riesgo asociados. En este sentido,
cabe resaltar que en los estudios llevados a cabo durante 14
años por el IAFA, los indicadores asociados con las actitudes
y percepciones, revelaron un aumento significativo de la pro-
porción de jóvenes que consideran que fumar ayuda a las
personas a sentirse cómodas en las reuniones sociales. Asi-
mismo, la proporción de jóvenes a quienes se les ha negado
la venta de cigarrillos debido a su edad, resultó ser más del
doble en 2013 en comparación con 1999. Asimismo, en 2013
una menor proporción de jóvenes que en 1999 consideró
que el fumado pasivo era nocivo y, además, se determinó que
hubo un aumento en la percepción vinculada con la dificul-
tad para abandonar el hábito (57,10 % en 1999 y 71,90% en
2013), así como un incremento en el porcentaje de hombres
o mujeres que buscaron ayuda para dejar de fumar (22,60 %
en 1999 y 41,10 % en 2013). Estos elementos constituyen re-
tos, por sí mismos, que las autoridades respectivas deberán
considerar para que la población susceptible se abstenga del
tabaco o productos alternativos.
CONCLUSIÓN
Aunque el país contó históricamente con tasas relativa-
mente bajas de tabaquismo, incluso muy por debajo de las
de otras naciones, como resultado de las medidas preventi-
vas y de control implementadas a lo largo de los últimos tres
decenios, los efectos sociales y sanitarios persisten elevados
y representan una carga difícil de afrontar.
Es necesario continuar las acciones regulares de pre-
vención de manera permanente, enfatizando en las con-
secuencias del tabaquismo, pero también incorporando
el efecto modelador de los padres, hermanos y amistades
sobre la susceptibilidad de las personas adolescentes no
fumadoras. Tener esto en consideración probablemente ga-
rantice una reducción en la tasa de incidencia o un retraso en
la edad de inicio.
La ratificación y puesta en vigencia del CMCT en Costa
Rica, en 2008, marcó el inicio de una serie de medidas que, en
general, han tenido un impacto sensible en diversos ámbitos,
según se desprende de las evaluaciones del Convenio a nivel
mundial, tras su primer decenio de implementación. Entre
ellas, se encuentran la promulgación de legislación orientada
a establecer medidas de precios e impuestos para reducir la
demanda, las reglas sobre etiquetamiento, la supresión de la
publicidad y el patrocinio del tabaco, la protección contra la
exposición al humo y medidas educativas, comunicacionales
y de concientización ciudadana.
El CMCT también ha contribuido a mejorar la coopera-
ción entre los países y, dentro de estos, a una optimización
de prácticas en áreas tales como el monitoreo y la vigilancia,
la educación, la concientización y la necesidad de ambientes
libres de humo. En lo que a monitoreo y vigilancia respecta,
el país debe continuar la tradición de desarrollar estudios en
poblaciones de adolescentes y de adultos dentro del marco