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Gestión en Salud y Seguridad Social • ISSN: 2215-6216 • Vol. 1 (1): e179, Enero-Diciembre, 2022
(Publicado Nov. 19, 2022)
para el fago o, bien, por la síntesis de barreras físicas, como
cápsulas, que esconden los receptores. Las bacterias que for-
man biofilms o cápsulas también están asociadas a una mayor
resistencia a bacteriófagos; estudios recientes han demostra-
do que se pueden atacar estas células con mayor eficiencia
utilizando fagos modificados genéticamente para entregar
enzimas de quórum-quenching o depolimerasas (1, 8, 9).
Existen mecanismos de inmunidad a las infecciones por
fagos mediados por sistemas denominados CRISPR/cas, que
son análogos funcionales de los sistemas de ARN de inter-
ferencia de células eucariotas. La mayoría de los loci CRISPR
incluyen un conjunto de genes codificantes de proteínas lla-
madas cas; la proteína cas1 está universalmente identificada
en todos los sistemas CRISPR/CAS y se ha establecido que es
una ADN endonucleasa/integrasa metalo-dependiente; es-
tos hallazgos permiten proponer que la función de cas1 pue-
den estar implicada en el reconocimiento y/o ruptura de ADN
extraño e integración de espaciadores en el locus de CRISPR.
Al ocurrir una infección, segmentos de ADN viral son incor-
porados al genoma bacteriano entre repeticiones palindró-
micas separadas de forma regular. Luego se da la expresión
de CRISPR, la cual involucra la transcripción de secuencias
de CRISPR y el subsecuente procesamiento a pequeños ARN
guía. Por último, la interferencia de CRISPR efectuada por los
ARN guía pequeños forma un complejo con las proteínas cas,
que por medio de unión y/o degradación elimina los blancos
invasivos (10).
Otra desventaja ligada a la utilización de los fagos como
terapia clínica es que el proceso de manufactura implica múl-
tiples pasos. Deben existir niveles de control de calidad du-
rante la producción, la purificación y la formulación, por lo
que su comercialización se torna complicada, en especial si
se considera que en muchos casos se necesitan tratamientos
multifágicos. Por otro lado, la presencia de endotoxinas libe-
radas durante la lisis celular en las preparaciones puede llevar
a inflamación sistémica y aumento en la mortalidad y morbi-
lidad en los pacientes. Finalmente, los bacteriófagos adminis-
trados pueden inactivarse por medio del sistema inmune del
paciente, incluyendo al sistema retículo endotelial (8).
A pesar de lo anterior, los bacteriófagos también poseen
una serie de ventajas. En primer lugar, los fagos son las enti-
dades vivientes que más abundan en el planeta, por lo que su
aislamiento no es inusual. El rango estrecho de hospederos
puede implicar una ventaja, porque en caso de una terapia,
no se vería afectada la flora normal, sino solamente el pató-
geno que se quiere combatir (11).
Tampoco se han encontrado efectos secundarios en la
aplicación de fagos a seres humanos. Sarker y colaboradores
realizaron un estudio aplicando fagos T4 vía oral a adultos
voluntarios sanos, a quienes posteriormente se les midieron
parámetros vitales, función renal y hepática, hematología y
complicaciones gastrointestinales, y no observaron un pará-
metro consistente que sugiriera un efecto adverso en la tera-
pia bacteriofágica (12).
Por otra parte, se han realizado numerosos estudios
clínicos para evaluar la eficacia y la seguridad de la terapia
bacteriofágica en humanos, pero estos no se han hecho bajo
rigurosos estándares ni con los controles adecuados que re-
quiere un análisis clínico. A pesar de ello, en los últimos años
se han publicado reportes de terapia bacteriofágica controla-
da en países como Estados Unidos, Suiza e India. Además, en
Polonia y Bélgica se realizan tratamientos experimentales en
humanos bajo la Declaración de Helsinki, y en Georgia y Rusia
es considerado como un tratamiento estandarizado (13).
En el Instituto de Inmunología y Terapia Experimental de
Wroclaw, en Polonia, desde 1948 se inició una colección de
bacteriófagos contra diversas cepas bacterianas, incluyendo
aquellas multirresistentes. Entre el 2008 y el 2010, 157 pa-
cientes fueron admitidos para terapia fágica en la Unidad de
Terapia Fágica de dicho instituto, con infecciones en tracto
urinario y genital, de tejidos, ortopédicas y respiratorias; a
estos pacientes se les administraron fagos contra Staphylo-
coccus, Enterococcus, Escherichia coli, Pseudomonas, Klebsiella,
Enterobacter, Proteus, Citrobacter, Salmonella y/o Stenotropho-
monas, durante 12 días y hasta 12 semanas. La efectividad
de la terapia fue evaluada mediante resultados provenientes
de cultivos celulares, intensidad de los síntomas y opinión
de especialistas médicos. Al final, se observó una respuesta
inadecuada a la terapia en 92 pacientes (60,1 %) y una buena
respuesta en 61 pacientes (39,9%); en particular, hubo una
erradicación y/o recuperación en 28 de ellos (18,3%) (13).
Por otro lado, en el 2009, Wright y colaboradores publica-
ron un ensayo clínico controlado, aleatorio y doble ciego, que
mostró la eficacia y la seguridad de usar bacteriófagos para
tratar otitis crónica causada por Pseudomonas aeruginosa
multirresistente. En total, participaron 24 pacientes adultos
con una variedad de condiciones, como cirugía de mastoides,
perforaciones crónicas y otitis externa; a ellos se les adminis-
tró una mezcla de seis bacteriófagos distintos o un placebo
de glicerol y buffer fosfato salino, y se les evaluó a los siete,
21 y 42 días postratamiento. A 12 pacientes se les administró
el coctel de bacteriófagos, mientras que a los otros 12 el pla-
cebo. Los pacientes completaron una Escala Análoga Visual
(VAS) donde se tomaron en cuenta cuatro parámetros: males-
tar, picazón, humedad y olor, clasificándolos desde “ninguno
de los parámetros” hasta “peor que nunca” en una escala de
cero a 100 %; todos los pacientes tratados iniciaron el día cero
con una VAS de 100%. Al día 42 se observaron indicadores de
mejoría en el grupo tratado con bacteriófagos, donde todos
los pacientes mejoraron excepto uno; tres de los pacientes
tuvieron una mejoría completa, con una reducción de la VAS
de más del 80% y la reducción media fue del 50 %. En el gru-
po placebo ningún paciente mostro mejoría del 80% y la me-
dia de reducción fue del 20%. En los 12 pacientes del grupo
tratado con fagos no se tuvo recuentos de P. aeruginosa los
últimos 10 días del estudio; además, en dos de esos pacientes
no se detectó la bacteria en ninguno de los días posteriores
al tratamiento; sin embargo, esta sí se detectó en todos los
pacientes placebo (14).