EL CASO DE COSTA RICA:
UN PROBLEMA ESTRUCTURAL

 

Autor: Marco Vinicio Fournier, M. Sc.
Instituto de Investigaciones Psicológicas
Universidad de Costa Rica
Aptdo. Postal 786-2050, San José
Tel.: (506) 207-5400
 

RECONOCIMIENTOS

Este artículo se funda en los datos del estudio Multicéntrico sobre Actitudes y Normas Culturales sobre la Violencia (Proyecto ACTIVA), realizado en 8 ciudades de América Latina y España, bajo los auspicios y coordinación de la Organización Panamericana de la Salud, Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OPS/ OMS)

RESUMEN

Los datos obtenidos para la Región Metropolitana de San José muestran, en comparación con las otras siete ciudades involucradas en el estudio del Proyecto Activa, niveles relativamente bajos de victimización; del mismo modo, las actitudes hacia la violencia en relaciones primarias tienden a generar frecuencias bajas de aceptación.

Sin embargo, las actitudes que se asocian con una personalidad autoritaria, y más específicamente aquellas que se relacionan con una fuerte represión de los hechos delictivos, tienden a ocupar los niveles más altos entre las ocho ciudades. Por otra parte, se obtienen porcentajes más altos de sensación de inseguridad, sensación que tiende a ser mucho mayor que la verdadera inseguridad mostrada en los niveles de victimización o en las tasas de delincuencia de los últimos años.

Un análisis más detallado de la estructura asociativa entre los diferentes bloques de variables, sugiere una alta relación entre los niveles de anemia y la situación socioeconómica y familiar del/la entrevistado/a, y la sensación de inseguridad y las normas culturales violentas, las cuales, a su vez, tienen una relación importante con la personalidad autoritaria. La última, unida a la experiencia previa de victimización, se asocia de manera moderada con conductas violentas y con el uso de armas.
 

I. INTRODUCCIÓN
La violencia se ha extendido como una epidemia por medio de todo el continente americano, manifestándose de múltiples formas, desde la agresión intrafamiliar hasta violencia estructural en el plano económico, político y cultural.

Este fenómeno no es producto del azar, se trata de un proceso que tiende a reproducirse en todas las sociedades por medio del planeta en los últimos 15 años y tiende a agudizarse día a día, sin que hasta el momento se hayan podido establecer estrategias adecuadas para contenerlo y mucho menos para revertido.

En diferentes ocasiones (8,9), hemos presentado un intento de explicación detallada del problema. No es este el espacio para reproducir esta argumentación; sin embargo quisiéramos insistir en que la violencia es un producto inevitable del actual ordenamiento económico y político que se ha dado en llamar "globalización" y que se sustenta en la filosofía económica neoliberal.

De manera muy suscinta, debemos señalar que los fenómenos que han transformado al mundo en las dos últimas décadas, no pueden circunscribirse únicamente a los planos político y económico. Por el contrario, la orientación a disminuir el tamaño y el control del Estado, la tendencia a regirse casi de manera exclusiva por las leyes del mercado, el reforzamiento de la competitividad como estrategia ideal de interacción, y la productividad como meta última del quehacer individual y social, han producido transformaciones profundas en la estructura axiológica de los ciudadanos, y por lo tanto en los patrones de interacción (4). Cuando una sociedad se rige casi de manera exclusiva por la competitividad, y en donde la capacidad de consumo se ha convertido en criterio último de la felicidad y el "status" social, difícilmente pueden seguir teniendo vigencia valores tales como la solidaridad, la fidelidad o la honestidad. A todo lo anterior agregamos la frustración que cotidianamente representa, para la gran mayoría de la población, el no poder alcanzar este nuevo concepto de felicidad, y el estrés creciente que implica, no sólo este tipo de relaciones competitivas, sino también la cotidianeidad de la vida en las grandes urbes. Ante este panorama, inevitablemente deberemos enfrentarnos a niveles cada vez más altos de violencia.

Como si esto fuese poco, debemos introducir además a los medios de comunicación de masas como una variable de importancia capital dentro de los fenómenos culturales de la globalización. Esta variable presenta un efecto triple: por una parte, tiene influencia directa sobre las actitudes, valores y conductas de tipo violento, al servir tanto de modelo para el aprendizaje, como en cuanto al desarrollo de un proceso creciente de "vanalización" de los actos violentos. Por otra parte, es la vía primordial para las estrategias de mercadeo, las cuales son cada vez más eficientes en lograr transformaciones importantes en la estructura de la personalidad de los consumidores (17.) En este último punto, es importante señalar que una de las estrategias más importantes del mercadeo y la publicidad consiste precisamente en provocar una paulatina disminución de los procesos de toma de decisiones (13), haciendo por lo tanto que las personas actúen cada vez de manera más impulsiva e irreflexiva. ¿Qué terreno podría ser más fértil para la estimulación de conductas violentas? En tercer lugar, los medios de comunicación de masas se han convertido en un poderoso instrumento de ideologización en el sentido de producir imágenes distorsionadas de la realidad objetiva. (2,14).

Partiendo de este modelo interpretativo, podríamos concluir que el problema de la violencia es un fenómeno de tipo cultural y estructural. No se trata de conductas aisladas de "delincuentes y marginales", sino más bien de una estructura axiológica que atraviesa, en unos más y en otros menos, la personalidad de todos los sujetos de una sociedad. Para comprenderla adecuadamente, la violencia debe analizarse dentro de un contexto histórico, político, económico y cultural.

Partiendo de estos últimos principios, el equipo de investigadores del Grupo Activa decidieron desarrollar la presente investigación con una orientación psicosocial, en donde las normas y actitudes culturales son el eje primordial sobre el que se pretende establecer un primer acercamiento al fenómeno actual de la violencia.

Puesto que un cuestionario tiene limitaciones importantes en cuanto a su tamalio y al tipo de contenidos que pueden ser susceptibles de medición, la recolección de la información tuvo que limitarse a la violencia física; sin que esto implique obviamente que desconozcamos otros tipos de violencia de gran importancia, tales como la sexual o la estructural. Por otra parte, el tipo de estudio utilizado presenta también la limitación de constituir una medición sincrónica, perdiéndose por lo tanto en gran medida la dimensión histórica, sin embargo, intentaremos más adelante subsanar esta limitación con una breve reseña de la historia de Costa Rica, y en especial sobre mediciones similares establecidas en nuestro país, especialmente en la última década.

El presente informe constituye un primer intento de sistematización de la información obtenida. Los alcances del cuestionario son amplios, de modo que en este caso nos limitaremos a discutir los resultados a nivel descriptivo. Queda para un futuro próximo una ardua tarea de profundización en diferentes aspectos, tales como las estructuras asociativas, las comparaciones más sistematizadas entre las diferentes ciudades, y un análisis detallado sobre tipologías. Por consiguiente, los objetivos del presente informe son los siguientes:

                    1- Establecer una descripción de los resultados de las principales preguntas del cuestionario en
                      términos porcentuales.

2- Identificar las principales características diferenciales de Costa Rica en comparación con las otras ciudades investigadas.

3- Analizar la estructura subyacente en las variables psicosociales y su relación con las conductas violentas y las características sociodemográficas y psicosociales de los sujetos entrevistados.
 

Nuestro país constituye un caso especial en la región, tanto en lo que se refiere a los bajos niveles de victimización delicuencial - lo cual se refleja claramente en los resultados del presente estudio-, como en cuanto a la ausencia histórica de grandes conflictos sociales o internacionales. Es importante por lo tanto, realizar una breve reseña histórica que nos permita comprender adecuadamente esta particularidad, al tiempo que nos sirva de contexto para analizar e interpretar correctamente los resultados obtenidos en este estudio.

Costa Rica en el momento de la llegada de los españoles tenía una densidad baja de población indígena, y un nivel de desarrollo cultural incipiente (6.) Esta población fue rápidamente diezmada por las enfermedades y la explotación de los conquistadores (11). Por otra parte, el país no presentó en ese momento ningún atractivo económico en minería o en posibles explotaciones agrícolas, y se encontró durante toda la etapa colonial muy aislada hacia el norte de la Capitanía de Guatemala, a la cual pertenecía, y de Panamá hacia el sur (15). Todas estas circunstancias hicieron que el país fuese poco atractivo para su colonización, de modo que quienes se instalaron permanentemente buscaban precisamente este aislamiento, ya sea por razones de personalidad o por un interés manifiesto de esconderse. Literalmente, la mayoría de los colonos vinieron a "enmontañarse" (12). Estas características iniciales resultaron ser fundamentales para el desarrollo del ser costarricense: individualista, amante apasionado de la libertad, independiente, introvertido y poco sociable. Bajo estos principios, nunca se desarrollaron los grandes latifundios, y la actividad económica tendió a concentrarse en la subsistencia, por demás precaria para la gran mayoría.
 
La historia posterior a la independencia - que dicho sea de paso, nos llegó sin pedirla ni esperarla -, no hizo más que confirmar este modelo. A pesar del desarrollo de la actividad cafetalera, la cual posibilitó la conformación de una oligarquía dominante, en general las diferencias socioeconómicas no fueron tan marcadas como para generar importantes conflictos sociales, y curiosamente, la clase gobernante manifestó generalmente un interés genuino por la inversión en educación, y ya, en este siglo, en bienestar y seguridad social. Estas tendencias reafirmaron el sentido democrático de la población, sistema que se ha mantenido prácticamente estable por medio de más de 170 años, solamente con interrupciones importantes en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado y durante 1917. Del mismo modo, mientras la mayoría de los países de la región se desangraban en guerras civiles o internacionales, Costa Rica crecía aislada en paz y relativa armonía.

A partir de la década de los 40 del presente siglo se implementan cambios estructurales profundos tendentes a reforzar el papel del Estado como ente regulador y como garante de una adecuada redistribución de la riqueza, se promulgan las garantías sociales, se desarrolla el Seguro Social, se nacionaliza la banca, de manera unilateral se promulga la abolición del ejército, y se perfecciona el sistema electoral. Como resultado de estos procesos de reestructuración se produce un claro ensanchamiento de la clase media, al tiempo que se debilita la oligarquía cafetalera frente a un naciente sector industrial. Las décadas de los 50, 60 y 70 garantizan una calidad de vida de las más altas de la región, con índices de salud y de educación que se acercan a los países desarrollados (10).

Sin embargo, a finales de la década de los 70 se agudiza la corrupción en los sectores políticos y se acumula, al igual que en el resto de la región, una deuda externa "impagable". Esta situación hace crisis a principios de la década de los 80, y bajo la presión de los organismos económicos internacionales se inician procesos de ajuste estructural que poco a poco han dado al traste con los logros de las décadas anteriores (18). Por primera vez se agudiza la concentración de la riqueza, y se amplían los sectores marginales y pobres. Ai mismo tiempo se debilita el Estado que provoca a su vez, un evidente deterioro de la educación, la salud y la infraestructura (16).

Esta crisis, que a brincos y saltos lleva casi dos décadas, inevitablemente ha producido efectos negativos sobre la seguridad ciudadana y sobre los indicadores de violencia en general, especialmente si la enmarcamos dentro del contexto internacional comentado más arriba. Si analizamos las tasas de delincuencia en los últimos 16 años (ver Cuadro # 1), podemos observar cómo algunos delitos significativos, tales como la agresión o el homicidio, se mantenían relativamente constantes por medio del tiempo, pero en los últimos años han tendido a presentar aumentos preocupantes, aunque todavía bajos si los comparamos con la mayoría de los países de la región (ver Cuadro 2).

Del mismo modo, la crisis ha afectado de manera muy negativa el ambiente político del país. Después de gozar por tanto tiempo de un sistema democrático de los más estables del mundo, y del cual nos sentíamos profundamente orgullosos, en los últimos cinco años se ha evidenciado un rápido proceso de deterioro. La confianza en las principales instituciones del país es cada vez más baja (5), la cultura política se arrastra hacia límites que rayan en el autoritarismo (7) o en el cinismo (19), y por primera vez, a tres semanas de las elecciones presidenciales un 48% de los electores manifiesta poco interés de asistir a las urnas (20). De este modo, el clima mundial tendente hacia el individualismo y la competencia se ve en Costa Rica reforzado por una tradición de por sí ya individualista, pero agudizado además por un sentimiento profundo y creciente de desconfianza, incredubilidad e incertidumbre; sensaciones que posiblemente se agudicen de manera especial en nuestro país por el marcado contraste con la calidad de vida que disfrutamos hace no mucho tiempo.

Los resultados generales de la investigación permiten identificar claramente estas tendencias. Encontramos que Costa Rica muestra niveles relativamente bajos de victimización, en comparación con los otros países estudiados, a excepción de Chile y España, y del mismo modo las escalas que pretendían identificar la frecuencia de conductas violentas hacia los niños, de y hacia la pareja, y con respecto a terceras personas muestran porcentajes realmente muy bajos de victimización. Sin embargo, las escalas psicosociales tienden a mostrar en muchos casos niveles de los más violentos de la región, y la sensación de inseguridad tiende a ser desproporcionada con respecto a la victimización de los mismos entrevistados.

Esta aparente contradicción se explica por dos razones fundamentales:

1- La sensación de inseguridad, como ya dijimos, se alimenta de la situación de crisis casi crónica de los últimos años, crisis que posiblemente sea más contrastante para Costa Rica que para la mayoría de los otros países de la región.

2- La frecuencia con que los medios de comunicación de masas nos presentan noticias y actividades delictivas tiende a crecer día con día, provocando una visión distorcionada de la realidad, en donde la sensación de inseguridad es mucho más alta que la verdadera inseguridad.
 
Esta situación de "inflacion de la inseguridad" entra en un círculo vicioso, pues los ciudadanos tenderán a actuar conforme con la situación percibida y no a la realidad objetiva, de modo que cuanto mayor es la sensación de inseguridad, mayor es la tendencia a actuar agresivamente, lo que a su vez tenderá a reforzar la sensación de inseguridad. Como dice el viejo adagio "la violencia genera violencia".

 
II. METODOLOGÍA

I. Tipo de estudio
La presente investigación se define como un estudio de tipo descriptivo ex post facto, utilizándose la técnica de encuesta con entrevista personal estructurada.

2. Definición del Universo
San José, la capital de Costa Rica ha ido poco a poco, extendiéndose a través del corazón del Valle Central Intermontano, de modo que en la actualidad forma prácticamente un solo bloque urbano junto con las cabeceras de las provincias de Cartago, Alajuela y Heredia. Este bloque que recibe el nombre de Región Metropolitana, se define específicamente como el Área Metropolitana de la capital, más los cantones primeros de Cartago y Heredia, los distritos Central y San José del Cantón Central de Alajuela, y los distritos primeros de los cantones de Oreamuno y La Unión en Cartago, y Santo Domingo en Heredia. Este fue el universo escogido para realizar la encuesta. Debido a limitaciones jurídicas en algunas de las ciudades involucradas en el estudio, se tomó además la decisión de delimitar las entrevistas a sujetos comprendidos entre 18 y 70 años. Por otra parte, puesto que la dinámica familiar constituye una variable de especial interés en el estudio, se estableció un requisito adicional de residencia habitual para considerar a una persona como seleccionable, requisito que se definió como todas aquellas personas que duermen y comen la mayor parte de la semana en el domicilio.

3. Procedimiento de muestreo
Para la selección de los sujetos a entrevistar se siguió en todos sus alcances el procedimiento establecido por el equipo de Activa. De este modo, se trabajó con una muestra polietápica al azar, estratificada proporcional según condición socioeconómica y densidad de población, sin reemplazo. Como marco muestral se utilizaron los datos del último censo nacional de 1984, ajustado según las proyecciones poblacionales establecidas por el Centro Latinoamericano de Demografía en 1995. Con base en dicha información se llegó hasta la selección de los segmentos censales. Dentro de cada segmento, se utilizaron los mapas de la Dirección General de Estadística y Censos, mediante los cuales se escogieron los hogares por entrevistar. Dentro de cada hogar se levantó una hoja de ruta con la información pertinente de cada uno de los miembros, y basándose en esta hoja se seleccionaron al azar los sujetos por entrevistar. En cada caso se realizaron hasta tres revisitas para localizar a la persona entrevistada.
 
El tamaño esperado de la muestra se estableció en 1200 sujetos. De acuerdo con la experiencia anterior en el Instituto de Investigaciones Psicológicas, se calculó un promedio de 1.7 sujetos entrevistables por hogar, más un 12% de rechazo, lo cual implicó un total de 790 hogares. Se localizaron 1343 sujetos, y se tuvo un 14,22% de rechazos, para un total de entrevistas efectuadas de 1152. Sin embargo, en el proceso de supervisión de oficina fue necesario eliminar 21 casos por contener errores irreparables, de modo que al final se contó con una muestra definitiva de 1131 sujetos.

El Cuadro 3 muestra la distribución de la muestra según sexo y edad y su comparación con la distribución poblacional.

4. Instrumento
El cuestionario utilizado para la recolección de la información correspondió exactamente con el instrumento definido en el grupo Activa. No se eliminaron ni agregaron preguntas, aunque se utilizó la sección opcional.

 5. Recolección de la información
Las entrevistas estuvieron a cargo de estudiantes universitarios de la carrera de Psicología. Estos estudiantes han sido entrenados formalmente por investigadores del Instituto en cuatro cursos semestrales de investigación. Además cuentan con amplia experiencia previa en estudios del Programa de Opinión Pública del Instituto. Recibieron además un entrenamiento detallado para el presente estudio, en donde se discutieron y analizaron los alcances y la importancia del presente proyecto, los objetivos y modelo teórico del estudio y de cada una de las escalas, así como la metodología específica para la recolección y la supervisión.

Además del proceso tradicional de supervisión de campo y de oficina, se trabajó con un sistema de supervisión "a posteriori", en donde se revisitó el 10% de los hogares y se evaluó la calidad de la entrevista.

La recolección se realizó del 1º de noviembre, 1996 al 15 de febrero, 1997.

6. Sistema de variables:
La información obtenida por el cuestionario se dividió en tres grandes bloques, según las diferentes secciones del cuestionario, y según el modelo teórico que lo sustentó:

a- Características del entrevistado: Incluye la sección DE con la tabla de información familiar más 20 preguntas sobre datos del entrevistado: estado civil, situación laboral, procedencia, religión, etnia, exposición a la televisión y consumo de bebidas alcohólicas; incluye también las nueve primeras preguntas de la sección Nl, y las tres primeras de la sección PA, así como las secciones de Normas Familiares (NF) y Victimización (VI.)

b- Variables psicosociales: se trata de las escalas de normas, actitudes y habilidades. Específicamente se trabajó con las escalas de Imagen Institucional (IN), Actitudes Sociales (AS), Normas (NO), Actitudes (AC), Relaciones Intergrupales (Rl), Relaciones Nacionales (RN), y Habilidades (HA). Se incluye en este bloque también la sección opcional (OP) sobre sensación de inseguridad.

c- Conductas: Incluye las secciones correspondientes a conductas de victimización: preguntas NllO a Nl13 sobre conductas agresivas hacia niños, las preguntas PA4 a PA9 sobre victimización en la pareja, la sección Otras Conductas (OC) sobre agresión a terceros, y la sobre utilización de ar'mas de fuego (AR).
 

I. Procedimiento de análisis
Tal y como indicamos en la introducción, el presente informe se limita a exponer análisis de tipo descriptivo, como una primera etapa en el procesamiento completo de toda la información disponible.

Específicamente, se realizó un análisis de distribución de frecuencias para cada uno de los ítemes del cuestionario. Por otra parte, se realizó una comparación regional de los resultados de cada uno de los ítemes correspondientes a los bloques b y c descritos más arriba, con el fin de lograr una evaluación más realista de los resultados obtenidos en nuestro país.

A causa de esta comparación, y siguiendo los grandes lineamientos del modelo interpretativo adoptado en este artículo, interesó profundizar en el estudio de los ítems de las escalas actitudinales, para lo cual se realizó un análisis factorial que permitiera identificar la estructura subyacente, así como una reducción de las variables. Una vez establecidos los factores, se procedió a analizar la estructura asociativa con las variables de los bloques a y c, mediante la utilización de regresión múltiple.
 

III. RESULTADOS
1. Análisis de frecuencias
A continuación analizaremos la distribución de frecuencias de cada uno de los ítemes de las escalas actitudinales y conductuales.

a- Imagen de Instituciones: La percepción que tiene el costarricense sobre la policía, los juzgados y el sistema penitenciario tiende en general a ser negativa: el 38,5% considera que la policía tiene una eficiencia mala o muy mala, el 26,1% opina en el mismo sentido con respecto a los juzgados, y el 48,9% en cuanto al sistema penitenciario, mientras que las opiniones positivas (buena o muy buena) se distribuyen con un 14,9% para la policía, 25,2% para los juzgados, y 13,1% para el sistema penitenciario.

b- Actitudes sociales: Los resultados de esta escala nos presentan una importante tendencia hacia la anomia: el 61,9% considera que el país estará, dentro de cinco años, peor que ahora, el 79,9% considera que los gobernantes no están realmente preocupados por lo que le suceda al entrevistado. Sin embargo, todavía se mantiene un nivel de esperanza y de confianza en el sistema democrático: el 56,9% está algo o muy de acuerdo en que personas como ellos pueden tener alguna influencia para lograr cambios en el país, y el 65,6% considera que estos cambios deben orientarse hacia reformas paulatinas, mientras que el 30,5% considera que debe cambiarse totalmente, y el 86,8% opina que la democracia es el mejor sistema político en cualquier circunstancia.

c- Normas culturales: En este caso, podemos identificar dos bloques que varían en forma diferencial: por una parte, tenemos todas aquellas normas que se refieren a relaciones interpersonales a nivel primario, en las cuales las respuestas de los entrevistados tienden a estar poco asociadas con normas violentas: el 83,2% está en desacuerdo con la necesidad del castigo físico para educar a los niños, el 86,8% se manifiesta en contra de que existan circunstancias en las cuales se justifica que un adulto le pegue a un niño, el 95,2% rechazan el que un hombre le dé una cachetada a su esposa, y el 91,5% que la mujer le dé una cachetada al esposo, el 91,7% no acepta que el marido pegue a la mujer que ha sido infiel, y el 88,5% que una mujer pegue a otra mujer que le está quitando a su marido.
 
En el segundo bloque, encontramos normas asociadas más bien a actuaciones macrosociales, en donde las opiniones de los entrevistados tienden a ser menos unánimes, y observamos un bloque importante que tiende más bien a aceptar normas de tipo violento: el 38,2% considera que se debe tomar la ley en sus propias manos cuando las autoridades fallan, un 21,5% justifica el derecho de la policía a invadir una casa sin orden de cateo, el 24,7% acepta que la policía tenga derecho a detener jóvenes que considere sospechosos por su aspecto físico, el 14,9%. justifica la tortura para obtener información, y 52,2% la pena de muerte.

d- Actitudes: En esta escala se hace más evidente la tendencia, de un sector importante de los entrevistados, a mostrar actitudes violentas en las relaciones interpersonales de segundo grado: un 57,3% entendería y un 14,2% aprobaría el que se insulte a una persona que se cuela en una fila, el 43,1% entendería y el 5,1% aprobaría que un hombre hiera a otro que le ha quitado a su esposa, el 48% entendería y el 30,8% aprobaría que una persona mate a otra que ha violado a su hija, un 43,9%. entendería y un 14,4% aprobaría el que se mate a alguien que mantiene asustada a su comunidad, y un 27,8% entendería y un 8,2% aprobaría el que se realicen "limpiezas sociales".

Por otra parte, el 60,2% de los entrevistados está algo o muy de acuerdo en matar para defender a la familia, y el 43,1% en matar para defender la propiedad.
 
Sin embargo, encontramos una tendencia mucho más moderada en cuanto a la tenencia de armas: el 71% no considera que un arma haga más seguro al hogar, y el 66,1% opina que el portar un arma no hace más segura a la persona. Del mismo modo, el 79% está en desacuerdo con recluir a los niños de la calle en instituciones penales.

e- Relaciones intergrupales: En esta escala, que pretendía analizar las tendencias discriminatorias de los entrevistados, encontramos en general actitudes poco violentas: el 76,3% de los entrevistados rechazan la necesidad de que un vecindario esté compuesto por personas de la misma clase social, el 90,5% por personas de la misma religión, el 94.1% en cuanto al origen étnico, y el 93,7% con las mismas ideas políticas. Sin embargo, existe un 28,5% que considera que la gente tiene derecho a sacar del vecindario o comunidad a ciertos grupos de personas.

f- Relaciones internacionales: Siguiendo la tradición antibélica de los costarricenses, el 94,5% rechaza la guerra como medio necesario para resolver conflictos entre países, y un 71,7% está algo o muy de acuerdo con que el Gobierno deba sentarse a negociar un acuerdo con grupos que se le enfrentan violentamente; pero de manera sorpresiva en un país sin ejército, un 42,9% considera que la presencia militar en las calles es necesaria para controlar la violencia en el país.

g- Habilidades: En este caso, los entrevistados muestran una situación relativamente positiva, ya que el 81,8% afirma que sabe cómo controlarse para no pelear, el 81,2% opina que, ante un conflicto o desacuerdo con su pareja, puede explicar sus razones sin enojarse, y el 91.3% considera que sabe cómo razonar con un niño si necesita corregirlo. Sin embargo, un 43,1% afirma que puede perder el control y pelear si lo insultan, y un 43,3% con frecuencia considera que se le lastima a propósito.
 
h- Relaciones violentas con los niños: Algunas conductas de tipo violento tienden a presentarse con una frecuencia relativamente alta: un 29,4% afirma que algunas veces durante el último mes tuvo que castigar a un niño/a, un 8,9% lo hizo una vez por semana, y un 8,7 casi todos los días. Del mismo modo, un 22,2% le gritó con rabia algunas veces, un 7,3% una vez por semana, y un 11,3% casi todos los días. En cuanto a dar nalgadas, el 12,1% lo hizo algunas veces, el 5% una vez por semana, y el 3% casi todos los días. Por último, el 3,8% afirma que tuvo que pegarle algunas veces en alguna otra parte del cuerpo, aparte de las nalgas, con algún objeto como una faja o un palo, un 0,8% lo / la castigó de esta manera una vez por semana, y un 1,2% casi todos los días.

i- Relaciones violentas de pareja: Al igual que en la escala anterior, en este caso observamos conductas violentas con una frecuencia relativamente alta en cuanto a gritar con rabia: un 26,4% gritó una o dos veces a su pareja en el último año, un 10% lo hizo a veces (3 o 5) y un 6,1% a menudo (seis veces o más). Del mismo modo el o la entrevistada fue gritado/a con rabia por su pareja uno o dos veces en el último año, un 9,7% a veces, y un 6% a menudo. Sin embargo, los otros tipos de violencia de pareja tienden a presentarse con relativa poca frecuencia: el 97,2% nunca abofeteó a su pareja en el último año, y el 96,9% nunca fue abofeteado/a por su pareja. Por otra parte, el 99,1% nunca le pegó a su pareja con un objeto que pudiera haberle lastimado, y el 98,8% nunca fue golpeado/a de esa manera por su pareja.

j- Otras conductas violentas: En esta escala , que pretendía analizar conductas violentas en relaciones secundarias, encontramos frecuencias relativamente bajas: un 73,6% afirma nunca haber insultado a una persona no familiar en el último año, un 93,5% nunca amenazó a otra persona, un 96,8% nunca golpeó a un no familiar, y un 98,8% nunca se valió de terceras personas para hacerle mal a alguien con quien había tenido problemas.

k- Victimización: En esta escala se pretendió tener una aproximación a los niveles de victimización de los entrevistados en catorce diferentes situaciones. Los resultados muestran un 8,6% de sujetos que sufrieron robo a mano armada en los últimos doce meses, y un 13,5% afirma haber visto un robo a mano armada. El 3,4% fue amenazado por un policía o autoridad pública para sacarle o pedirle dinero, y un 1,9% fue amenazado para obtener dinero por otra persona que no era autoridad pública. Un 1,6% fue forzado a cambiar de lugar de residencia. Un 3,1% fue golpeado por otras personas, y un 0,4% fue maltratado por policías. Un 0,4% fue herido con arma blanca, y un 0,1% con arma de fuego, mientras que un 5,1% vio alguien siendo herido con arma, blanca o de fuego. Un 4.2% fue amenazado de muerte. A un 0,1% le secuestraron a algún familiar cercano, y un 1,9% tuvo algún familiar cercano asesinado. Por último un 0,9% afirma que algún familiar cercano se suicidó en el último año.

Ante estas situaciones de victimización, se preguntó la frecuencia con que denunció el hecho, y encontramos que en general existe una tendencia importante a no denunciar estos hechos, aún los más graves.

I- Armas: El 11,2% de los entrevistados afirma poseer algún tipo de arma de fuego en su hogar. De éstos, el 81,5% la posee para protección personal y un 27,6% sale de su casa armado. Por otra parte, entre aquellos que no tienen arma en su hogar, el 22,7% está dispuesto a adquirir una si se le presenta la oportunidad.
 
m- Sensación de inseguridad: Esta es una escala opcional, que no se utilizó en todos los países. Se trata de una escala que pretende medir el grado de inseguridad de que perciben los entrevistados en su entorno. Los resultados tienden a mostrar un nivel alto de esta sensación de inseguridad: un 23% se siente algo o muy inseguro en las calles durante el día, un 51,7% en las noches, un 45,3% en los medios de transporte, y un 81,3% en el centro de la ciudad. Sin embargo, solo un 11,4% se siente inseguro en su propio hogar.
 
Por otra parte, un 63,3% ha limitado algo o mucho los lugares de compra tradicionales por temor a ser víctima de una acción violenta. Del mismo modo, 55,1% ha limitado algo o mucho los sitios de recreación. Además, un 27,5% ha sentido la necesidad de adquirir un arma, y un 14,8% ha sentido la necesidad de mudarse a otra ciudad o área dentro del país.

2- Comparación entre ciudades
Con el fin de establecer un análisis más preciso de la situación en Costa Rica, resulta muy conveniente establecer una comparación con las otras siete ciudades involucradas en el estudio, de modo que nos sirva de punto de referencia para la evaluación de los porcentajes obtenidos.

Tal y como puede observarse en el cuadro 4, los niveles de victimización que se comunican para nuestro país tienden a ser relativamente bajos, en comparación con las otras ciudades. Específicamente, solo Santiago de Chile y Madrid, España muestran en general niveles inferiores de victimización. Del mismo modo, las conductas violentas comunicadas en las escalas Nl, PA y OC tienden a ser las más bajas de las ocho ciudades estudiadas, en especial para las dos últimas escalas. De igual manera, encontramos en general, que los ítemes que se refieren a normas o actitudes violentas en las relaciones de pareja tienden a presentar niveles relativamente bajos en comparación con las otras ciudades. Así también, observamos que la escala de relaciones intergrupales, en donde se evalúa la tendencia hacia la discriminación social, tiende a obtener también niveles comparativos bajos. Por último, tal y como era de esperar, de acuerdo con la tradición cultural de nuestro pueblo, se obtienen los niveles muy bajos de apoyo a la dictadura, a la guerra y a la presencia militar en las calles (aún cuando esta última tiende a ser alta, tomando en cuenta el hecho de que no tengamos ejército).

Sin embargo, al lado de estos valores alentadores, encontramos un grupo de ítemes en donde los niveles de aprobación se ubican entre los más altos, comparativamente hablando: imagen negativa de la policía, percepción negativa del futuro, tomar la ley en sus propias manos, detención de jóvenes por apariencia física, y sospechosa, utilización de la tortura, pena de muerte, aprobación del asesinato del violador de una hija, o de una persona que mantenga asustada a la comunidad, y el considerar que tener un arma hace más segura una casa.
Por otra parte, los resultados de la escala de Sensación de Inseguridad tiende a mostrarnos también niveles comparativamente altos.

I- Discusión
Tanto el análisis de frecuencias como la comparación entre ciudades nos muestra niveles de victimización moderados, pero normas y actitudes relativamente altas en algunos aspectos, y una sensación de inseguridad desproporcionada en relación con la inseguridad real.

Específicamente, podemos observar que las actitudes más extremas se relacionan con aquellos ámbitos en los cuales se establece una relación entre el entrevistado o las instituciones y la delincuencia: tomar la ley en sus propias manos, reclusión de niños de la calle, detener jóvenes con apariencia física sospechosa, matar a quien viola una hija, uso de la tortura, aprobación de la pena de muerte y percepción de seguridad en el uso de armas.

Todos estos resultados asociados a una sensación de inseguridad relativamente alta, nos señalan un estado de sobrevaloración de la situación delicuencial en nuestro país. En principio, no parece existir relación entre los niveles de victimización comunicados, así como las tasas de delincuencia de los últimos años, y esta percepción de inseguridad y esta tendencia actitudinal a aprobar medidas violentas en defensa, tanto individual como colectiva o institucional.

Con el fin de estudiar con mayor detalle la estructura actitudinal de los entrevistados, se procedió a realizar un análisis factorial de los ítemes de las escalas de Normas, Actitudes, Relaciones Intergrupales y Relaciones Nacionales.
Los resultados nos muestran 10 dimensiones que tienden a coincidir con la estructura del cuestionario, con un nivel de saturación del 60,5%:

a- Discriminación social: Engloba los cuatro primeros ítemes de la escala de Relaciones Intergrupales.
b- Aprobación de la violencia: Corresponde a los primeros cinco ítems de la Escala de Actitudes.
c- Normas violentas de pareja: Agrupa los ítemes tres a seis de la escala de Normas.
d- Justificación de asesinato en defensa: En este factor pesan los ítemes seis y siete de la escala de Actitudes.
e- Autoritarismos policial: Contiene los ítemes siete a 10 de la escala de Normas.
f- Seguridad en el uso de armas: Itemes ocho y nueve de la escala de Actitudes.
g- Autoritarismo represivo: Combina el ítem 10 de Actitudes y el tres de Relaciones Nacionales.
h. Normas violentas con niños: Itemes uno y dos de la escala de Normas.
i- Relaciones intergrupales institucionalizadas: Itemes cinco de Relaciones lntergrupales y dos de Relaciones Nacionales.
j- Normas violentas institucionalizadas: ítem II de la escala de Normas y 1 de la escala de Relaciones Nacionales.
 
Si se observa en detalle esta estructura podemos identificar tres grandes grupos: Normas Culturales correspondiendo a los factores a, c, h, i, y j. Actitudes Violentas con los factores b y d, y Autoritarismo, siguiendo la definición de Adorno (1), con los factores e, f y g.

Partiendo de estas tres grandes dimensiones y utilizando el modelo interpretativo sugerido en la introducción, podríamos indicar que la sensación de inseguridad se ve estimulada por las condiciones adversas en que vive la mayoría de los costarricenses en los últimos años, de modo que esta sensación debería estar asociada con la imagen negativa de las instituciones y con actitudes sociales tendentes hacia la anomia, así como con características personales asociadas a una situación socioeconómica difícil y a una estructura y dinámica familiar productora de tensión. Por otra parte, tal y como hemos indicado, deberíamos esperar una mayor sensación de inseguridad entre aquellas personas con mayor exposición a la televisión. De igual manera, es esperable que estas variables tengan una asociación importante con el bloque de variables correspondiente a Normas Culturales.
 
La sensación de inseguridad y las normas culturales asociadas a la violencia producirían a su vez actitudes violentas, autoritarismo y pocas habilidades para manejar los conflictos. Estas características a su vez estarían en la base de las conductas violentas.

Este modelo interpretativo podría esquematizarse tal y como se presenta en la figura #l, en donde se especifican los coeficientes de correlación múltiple entre cada uno de los bloques de variables.
 
Los resultados obtenidos nos muestran niveles importantes de correlación, corroborando los supuestos iniciales. Es decir, la situación de desconfianza en el sistema y la mala imagen de las instituciones sumado a una situación individual, familiar y social tensional, tienden a explicar gran parte de la sensación de inseguridad y de las normas culturales tendentes a justificar la violencia. Estas condiciones a su vez producen una estructura de personalidad violenta y autoritaria que facilita el desarrollo de conductas violentas a nivel familiar, comunal e institucional, conductas que a su vez tenderán a producir como respuesta nuevas conductas de defensa en las víctimas, generando así un círculo vicioso de constante aumento de la violencia.

Obviamente, este esquema explicativo debe considerarse a modo de hipótesis. Será necesario desarrollar análisis más elaborados y profundos para someter a prueba este modelo. En especial, se recomienda un análisis de trayectoria para evaluar los pesos relativos de cada bloque de variables, análisis que necesariamente deberá contemplar los datos de todas las ciudades involucradas. Conviene también desarrollar un análisis tipológico que nos permita establecer algún tipo de caracterización de diferentes niveles del grado de violencia, tanto en lo que respecta a los sujetos como en cuanto a las ciudades. Del mismo modo se sugiere la necesidad de implementar nuevos esfuerzos de recolección de información, con el fin de involucrar en el modelo nuevas variables que garanticen mejores niveles de predicción. De particular importancia resulta un análisis más detallado de la historia individual de los entrevistados en los últimos años, en especial los cambios en su calidad de vida, así como un estudio más detallado sobre la exposición a los medios y su impacto directo en la generación de la sensación de inseguridad. Sería de especial interés también, la introducción, a nivel internacional, de un estudio histórico de las condiciones estructurales y sus cambios sustanciales en las dos últimas décadas, así como una comparación de la cantidad e intensidad de la presencia de hechos delictivos en los medios de comunicación en los últimos años, y la relación de estos contenidos con las tasas delincuenciales, a nivel nacional e internacional.
A pesar de estas nuevas necesidades de investigación, consideramos que queda suficientemente clara la relación entre violencia y condiciones macrosociales, lo cual tiene una serie de consecuencias de enorme importancia para planificar estrategias de intervención:

1- El fenómeno de la violencia no puede circunscribirse a un problema de tipo delincuencial: existe una base ideológica violenta en la mayoría de la población, base que genera en todos y cada uno de los costarricenses un potencial peligroso de conductas agresivas. De hecho, es importante señalar que en nuestro país el 78% de los homicidios se producen entre conocidos (3).

2- Esta base ideológica tiene como una de las fuentes principales, una estructura económica de por sí agresiva. De continuar el proceso actual de deterioro de la calidad de vida y de ampliación de los sectores de pobreza, inevitablemente continuarán en aumento los niveles de violencia.
 
3- Tiene también un peso fundamental el creciente ambiente de desconfianza y decepción en el sistema político, ambiente que no hace más que aumentar la sensación de inseguridad y, por lo tanto la probabilidad de conductas violentas.
 
4- Por último, existen normas culturales profundamente arraigadas que justifican o al menos estimulan conductas de tipo violento e imposibilitan el desarrollo de estrategias alternativas de resolución de conflictos.

 CUADRO 1
TASAS POR CIEN MIL HABITANTES
DE DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD Y CONTRA LA VIDA
AÑOS 1983-1996
COSTA RICA
 AÑO
DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD
 DELITOS CONTRA LA VIDA
1983
920
187
1984
908
203
1985
905
215
1986
852
223
1987
843
222
1988
856
220
1989
911
225
1990
997
230
1991
1212
255
1992
1239
273
1993
1207
282
1994
1246
328
1995
1131ª
337
1996b
1126a
336
Fuente: E. Carranza/ E. Solana: Proyecto "Sistema Penal y Derechos Humanos." San José. ILANUD/COMISIÓN EUROPEA 1996.
a. Para los años 95 y 96 se modificó el registro de denuncias y se eliminaron todas aquellas correspondientes a contravenciones, así como aquellas denuncias que no involucraban dinero.
b. Los datos para 1996 son preliminares.
   CUADRO 2
TASAS POR CIEN MIL HABITANTES DE ALGUNOS DELITOS ESPECÍFICOS
AÑOS 1987-1996
COSTA RICA
Fuente: E. Carranza/E. Solana: Proyecto: "Sistema Penal y Derechos Humanos." San José: ILANUD/COMISIÓN EUROPEA, 1996.
a. Los datos para 1996 son preliminares.
 
 
 
CUADRO 3
DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA SEGÚN SEXO Y EDAD
Y COMPARACIÓN CON LA DISTRIBUCIÓN POBLACIONAL
 
MUESTRA 
POBLACION a 
EDAD
MASCULINO
FEMENINO
MASCULINO
FEMENINO
18-24
9,3
10,8
11,0
10,5
25-44
16,9
26,6
26,2
25,5
45-65
13,4
17,2
11,8
11,9
65-70
2,7
3,1
1,5
1,6
                             ª Fuente: CELADE: "Boletín demográfico". Santiago, 1995.  
CUADRO 4 
DISTRIBUCIÓN DE ALGUNOS ITEMES SEGUN LAS OCHO CIUDADES
INVOLUCRADAS EN EL ESTUDIO
 
ITEM 
BAHIA
CALI 
CARAC.
MADR. 
RIO 
S.JOSE
S.SALV
SANT
VICTIMIZACIÓN 
 
 
 
 
 
 
 
 
Robo
22,1
16,1
18,4
5,7
8,4
8,6
20,0
 6,9
Vio robo
17,9
26,5
32,4
9,2
15,0
13,5
29,8
 12,8
Extorsión policial
2,0
6,8
10,9
7,9
3,5
3,4
1,7
 1,3
Extorsión no policial
2,3
1,6
5,3
7,8
1,9
1,9
20,3
 1,1
Forzado a cambiar resid.
2,7
2,0
2,0
1,4
2,1
1,6
3,4
 1,4
Golpeado
6,9
7,2
3,8
2,5
5,7
3,1
3,9
 1,3
Maltrato policial
3,6
2,7
3,4
0,9
2,8
0,4
3,0
 0,8
Herido arma blanca
1,2
2,2
0,5
0,4
0,3
0,4
0,5
 0,5
Herido arma de fuego
1,6
2,1
0,5
0,2
0,8
0,1
0,8
 0,1
Vio herido
11,9
15,6
23,6
4,5
4,6
5,1
13,8
 6,4
Amenaza de muerte
7,9
5,0
9,6
3,8
6,2
4,2
6,2
 2,1
Secuestro
1,0
3,2
3,6
0,3
0,6
0,1
1,2
0,3
Asesinato de pariente
5,9
9,2
8,6
1,0
4,4
1,9
3,5
0,5
Suicidio de pariente
1,7
1,9
2,2
1,2
0,4
0,9
1,3
 0,7
CONDUCTAS VIOLENTAS a 
 
 
 
 
 
 
 
 
Castigó a niño/a
11,2
22,6
8,8
5,2
10,1
7,9
12,2
10,0
Gritó con rabia a niño/a
16,0
16,2
12,2
7,1
20,4
8,3
14,4
15,8
Dio nalgadas a niño/a
6,6
5,5
3,6
1,6
5,2
3,5
6,8
3,1
Pegó con objeto a niño/a
2,1
3,0
1,2
0,1
0,6
0,9
3,1
0,5
Gritó con rabia a pareja
17,4
16,1
15,7
18,3
20,6
9,3
13,6
20,5
Pareja gritó con rabia
14,4
14,1
13,7
15,8
19,7
9,0
13,2
17,4
Dio bofetada a pareja
0,9
1,1
0,5
0,2
1,2
0,2
0,9
0,8
Pareja dio bofetada
0,9
0,7
0,8
0,3
0,9
0,4
1,6
1,3
Pegó a pareja con objeto
0,5
1,3
0,3
0,0
0,1
0,1
0,6
0,2
Pareja pegó con objeto
0,4
1,0
0,2
0,2
0,4
0,3
0,9
0,1
Insultó a no familiar
5,6
7,3
9,6
10,2
6,8
6,5
7,9
6,8
Amenazó a no familiar
2,3
1,6
1,4
1,8
2,3
1,2
2,4
1,4
Golpeó a no familiar
1,2
1,5
1,3
0,9
0,6
0,4
0,6
1,0
Se valió de tercero para dañar
0,3
0,3
0,4
0,9
0,2
0,2
0,2
0,5
Fuente: Base de datos Proyecto ACTIVA, 6 de enero, 1998.
a. Se presentan aquellas respuestas correspondientes a una frecuencia semanal o diaria.

 

CUADRO 4 (continuación)
 
ITEM
BAHIA
CALI
CARAC.
MADR.
RIO
S.JOSE
S.SALV
SANT  
NORMAS Y ACTITUDES
 
 
 
 
 
 
 
 
 Imagen de policía b
 39,7
 24,3
 27,5
17,5 
26,8 
 38,5
17,9 
16,0 
 Imagen de juzgados b
 35,2
 15,8
 54,4
 30,7
 31,5
 25,5
 34,3
 35,4
 Imagen de sist. penitenciario
 66,0
 50,3
 92,2
 44,2
 57,8
 47,7
 61,3
 61,6
 Percepción país en 5 años c
 42,1
 37,8
 39,9
 26,6
 25,5
 61,9
 56,0
 33,2
 Dictadura democracia igual
 21,8
 ---
 13,9
 8,4
 18,4
 5,7
 21,8
 24,5
 Adulto pegua a niño d
 11,3
 5,7
 8,2
 8,0
 7,3
 8,5
 5,4
 2,7
 Hom. da cahetada esposa d
 5,3
 10,7
 7,7
 4,5
 4,8
 3,3
 4,7
 6,7
Hom.pega mujer por infiel d
14,7
9,1
8,1
2,9
12,0
5,3
7,4
12,9
 Mujer pega mujer que quita esposo d
15,7 
 11,9
 43,7
 7,8
18,6 
 7,2
 6,0
 14,2
 Ley en propias manos d
 31,9
 25,7
 38,2
 14,7
 19,2
 38,0
 24,2
 24,7
 Detener jóvenes por apariencia física d
 7,9
 20,1
 26,5
 12,2
 16,5
 24,6
 26,8
 14,3
 Tortura se justifica d
 9,3
 10,3
 17,7
 8,4
 11,5
 14,9
 16,1
 8,3
 Pena de muerte se justif. d e
 37,4
 42,0
 31,3
 37,7
 38,6
 40,4
 58,1
 44,2
 Matar a violador de hija f
 21,2
 42,6
 44,3
 48,3
 35,3
 47,7
 38,5
 33,8
 Matar a quien asuste vec. f
 32,9
 ---
 55,0
 28,1
 40,0
 43,9
 45,2
 43,8
 Arma hace casa más seg. d
 23,2
 23,3
 23,3
 13,1
 18,7
 24,0
 17,7
 24,4
 Portar arma más seguro d
 12,6
 19,8
 23,0
 16,7
 11,0
 28,4
 14,2
 21,0
 Vecindario con = religión d
 13,9
 11,0
 15,5
 7,1
 13,4
 8,2
 22,3
 9,8
 Vecindario con = etnia d
 6,4
 7,0
 8,3
 7,5
 5,7
 4,6
 15,1
 6,2
 Vecindario con = ideas pol. d
 10,5
 7,2
 10,7
 4,7
 14,5
 5,3
 13,0
 5,3
 Sacar de vec.ciertos grup. d
 28,5
 25,5
 52,8
 27,0
 14,6
 28,5
 19,9
 24,8
 Guerra necesaria d
 10,9
 8,8
 11,5
 3,3
 9,2
 4,2
 6,7
 7,3
 Presencia militar neces. d
 87,6
 83,1
 77,4
 23,9
 78,7
 42,6
 78,3
 45,9
SENSACIÓN DE INSEGURIDAD
 
 
 
 
 
 
 
 
 Inseg. en comunid. de día g
 ---
 ---
74,5 
12,0 
--- 
 22,9
--- 
18,3 
 Ins. en comunid. de noche g
 ---
 ---
 83,7
 46,4
 ---
 50,6
 ---
 41,6
 Ins, en centro de ciudad g
 ---
--- 
 90,6
 46,6
 ---
80,8 
 ---
 71,0
                                      
Fuente: Base de datos Proyecto ACTIVA, 6 de enero, 1998.
b.Se incluyen aquellas respuestas correpondientes a las categorías "muy mala y mala".
c.Se  incluyen aquellas respuestas correspondientes a la categoría "peor que ahora".
d.Se incluyen aquellas respuestas correspondientes a las categorías "muy de acuerdo y algo de acuerdo".
e.Se invirtió el sentido original del ítem.
f.Se incluyen aquellas respuestas orrespondientes a la  la categoría"entendería".
g. Se incluyen aquellas correspondientes las categorías "algo o muy inseguros".
 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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4. Dierckxsens W. Los límites de un Capitalismo sin Ciudadanía, San José: Editorial Universidad de Costa Rica/DEI, 1997.
 
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10. Garnier L Entre la Ilusión y la Desesperanza. San José: EDUCA, 1993.

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14. Mattelart, M, Mattelart A. Los Medios de Comunicación de masas 4° ed. Caracas: El Cid, 1977.

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16. Proyecto Estado de la Nación. Informe Anual. San José: 1995, 1996, 1997,

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18. Salón R. Costa Rica, Deuda Externa y soberanía. San José: Ed. Porvenir, 1992.

19. UNIMER. Encuesta de Opinión Pública sobre Cultura Política. San José: La Nación, 1995.

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