Una epidemia del siglo XXI
 

La expectativa de vida ha mejorado gracias a las nuevas condiciones sociales, económicas y sanitarias logradas en nuestras sociedades, y con ello, también ha habido un cambio radical en la práctica médica. Hace algunas décadas, las enfermedades infectocontagiosa, eran prevalentes, mientras que las enfermedades crónicas y degenerativas eran menos comunes. Tan solo unas décadas atrás la mayoría de las mujeres y hombres fallecían a edades muy inferiores a las actuales. Por ejemplo, hace 100 años, la expectativa de vida promedio en la mujer no llegaba a los 50 años; la menopausia no era entonces, una etapa para la cual la mayoría de mujeres debiesen prepararse. Ahora, en éste nuevo siglo, las enfermedades crónicas y degenerativas se han convertido en prioridad, al igual que el cuidado de la salud femenina.

La menopausia es una etapa de la vida en la que la mujer pierde la protección que los estrógenos brindan a diversos sistemas del cuerpo. Una de las condiciones asociadas a la menopausia es la osteoporosis o desmineralización del esqueleto. La enfermedad afecta aproximadamente al 30% de las mujeres mayores de 50 años, y es responsable de severas fracturas que no sólo producen gran dolor y un impacto inmediato, sino también discapacidad, disminución en la calidad de vida y, en algunos casos, la muerte.

Dado el gran impacto de la osteoporosis, la Organización Mundial de la Salud la considera una epidemia que, en los próximos años, disparará su incidencia en Latinoamérica, Asia y Africa. Por ello, resulta impostergable dar alternativas de prevención y tratamiento a la población femenina. Una de las alternativas de tratamiento y prevención de la osteoporosis es la terapia hormonal, y aunque existe controversia sobre su uso muchas mujeres se beneficiarán de tal terapia.

Desafortunadamente, algunas mujeres no son candidatas a la terapia hormonal por contraindicaciones médicas, o bien no desean utilizarla debido a efectos secundarios o por temor. Es entonces donde aparecen otras alternativas de tratamiento como los bifosfonatos, la calcitonina y el raloxifeno.

El raloxifeno es un compuesto no hormonal, que pertenece al grupo de medicamentos llamados moduladores selectivos del receptor de estrógeno (SERM's), y que tiene efectos comprobados de prevención y tratamiento de osteoporosis, a su vez, tiene un perfil atractivo al disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre. Los estudios preliminares también indican que podría disminuir la posibilidad de sufrir de cáncer de mama en un porcentaje elevado de mujeres.

Por lo tanto, la mujer postmenopáusica no está desprotegida. Es importante que cada una consulte con su médico y, de forma objetiva, se evalúe el impacto que la menopausia está produciendo para poder dar tratamiento, y así evitar lo que sucede con otras mujeres que nunca recibieron orientación al respecto y ahora viven las consecuencias de una calidad de vida muy disminuida.
 
 

Dr. Luis Jiménez Briceño Endocrinólogo.
Dir. Ejecutivo Fundación Costarricense de Osteoporosis