EDITORIAL
 
POBREZA Y ENFERMEDAD
 

 

Sabemos que en nuestros países subdesarrollados es muy difícil separar este binomio.  Repúblicas como Costa Rica, democrática con un sistema de seguros bastante perfeccionado, pero defectuoso al fin.  Con el avance socio-económico que hemos cosechado en los últimos cincuenta años.  Padecemos de un libertinaje desenfrenado, una anarquía galopante, impunidad para el que delinque, pérdida de la excelencia académica, pérdida de valores morales y entrabamiento administrativo al máximo.
 
El estribillo de todos los políticos es erradicar la pobreza La pobreza no se ha podido erradicar en ningún rincón del mundo, menos se va a poder desterrar en una pequeña república de tanta violencia económica y de tanta patología social.  Con lo poco que producimos, poco que exportamos, tanto que debemos y con malas costumbres que nos hemos impuesto.  Nos irá bien, si al mejorar un tanto la corrupción, un porcentaje mínimo de la pobreza extrema, sale a flote.

Hablando de malos hábitos y alcoholismo.  Un padre de 35 años se quiebra una pierna, con fractura expuesta, con siete hijos pequeños, deja de trabajar en su tallercito de sastrería y su mal hábito de ingerir licor, ha sido la causa que lo llevó a su accidente esquelético.  Su esposa maestra rural, con un sueldo mísero hace frente a las obligaciones del hogar.  Al poco tiempo el jefe de familia fallece de una septicemia.  Los hijos se crían en la calle y dejan de asistir a la escuela, la madre con exiguas entradas no puede proporcionarles abrigo y pan suficiente.  Venden periódicos y trabajan en labores poco productivas, expuestos a las costumbres malsanas de la ciudad.

Este ejemplo es patente de miles de familias que en una u otra forma son víctimas de la falta de sustento en el hogar. Asimismo encontramos males congénitos en las familias que no las dejan levantarse, enfermedades intercurrentes y el costumbrismo, cada vez más acentuado de las madres solas.  Así es que la tarea que tenemos por delante no es sólo hacer rendir el dinero de la hacienda pública y que tanto preconizan nuestros funcionarios gubernamentales; cobrar bien los impuestos y hacer que se nos pague bien nuestras exportaciones, sino cambiar nuestras costumbres, mejorar la educación y hacer múltiples estudios socio-económicos.  Cada caso de malos ingresos es producto de enfermedades físicas, mentales, asociadas a los problemas sociales que siempre vienen concomitantes.

En países como Suecia el desarrollo social es tan exquisito que el seguro de desempleo proporciona la falta del sueldo a los desocupados y se encarga de volverlos a colocar para que no dejen de producir.  La madre sin compañero igualmente se pone a producir y su hijo se le coloca en una guardería para que la mujer ejerza sus funciones y mantener su hogar.  El anciano es colocado en hogares especiales y para cada enfermedad social el gobierno proveé una solución bien organizada.  Tampoco se puede decir que no existan familias de bajos ingresos, porque de hecho las hay.  El Estado se pasa estudiando las familias y la forma de que no caigan en el desamparo.

Como conclusión, tenemos que decir que la lucha contra la pobreza y la enfermedad necesita en nuestro medio una Entidad Social, muy amplia, capaz de estudiar uno por uno los problemas familiares de todas las familias pobres y que son la madre de todos los vicios y por ende del sustento del hogar.

 

Dr.  Manuel Zeledón Pérez
                                                                                 Director