CARTA AL EDITOR
Dr. Manuel S. Gadea Nieto
En 1948 Kety y Schmidt
publican sus investigaciones, concluyendo y estableciendo que el flujo sanguíneo
cerebral en reposo es de aproximadamente 50 cc/100 g de tejido encefálico/minuto
(1); el flujo sanguíneo cerebral en términos generales es constante,
sin embargo, sufre incrementos directamente proporcionales al aumento en
la actividad cortical de un área en particular.
Existen diferencias significativas
entre isquemia global y focal. En la isquemia focal, existe la suficiente
cantidad de nutrientes capaces de mantener la actividad metabólica,
preservando con ello la integridad tisular, retardando el daño reversible.
La isquemia focal frecuentemente se observa en pacientes con hemorragia subaracnoidea
(angiopatía vasoconstrictiva), embolismo, apoplejía hemodinámica
secundaria a enfermedad oclusiva arterioesclerótica u oclusión
temporal durante cirugías neurovasculares.
Para el buen funcionamiento
del encéfalo se requiere de concentraciones adecuadas y suficientes
de oxígeno. Teniendo presente que la presión atmosférica
es de aproximadamente 150 mmhg, esto genera una presión alveolar aproximada
de 100 mmhg. Normalmente la presión parcial arterial de oxígeno
en situaciones clínicas es de 80 a 90 mmhg, con una presión
venosa aproximada de 40 mmhg. La complejidad de la red capilar dificulta
la determinación del verdadero valor promedio de la presión
parcial de oxígeno en su lecho, sin embargo, esta se calcula en unos
60 mmhg aproximadamente. La presión crítica se define
como aquella por debajo de la reducción en el consumo de oxígeno,
siendo las presiones tisulares significativamente menores a las arteriales,
a pesar de lo cual, logran preservar la función mitocondrial, que
requiere presiones intracelulares de aproximadamente 1-2 mmhg.
Los requerimientos energéticos
se adquieren primariamente del trifosfato de adenosina (ATP). El sitio
de fosforilación oxidativa en donde se produce la energía es
la membrana mitocondrial; la membrana lipídica contiene las enzimas
necesarias para la fosforilación oxidativa, sirviendo como una membrana
que es permisible a la generación de gradientes de protones electro-químicos,
albergando las proteínas y coenzimas transmisorias de electrones de
la reducción del dinucleótido de nicotinamida adenosina a oxígeno
(producción de la fuerza proton-motriz y energía).
A pesar de que la entrada
de oxígeno a la mitocondria se realiza por simple difusión,
la glucosa requiere de un transporte facilitado a través de la barrera
hemato-encefálica. Ya dentro del citoplasma mitocondrial, cada
molécula de glucosa se divide en dos moléculas de ácido
pirúvico a través de una secuencia anaeróbica de reacciones
activadas enzimáticamente (glucólisis), dando por resultado
la producción de lactato, con el fin de mantener activa la glucólisis,
oxidando el dinucleótido de adenosina nicotinamida, produciéndose
tan solo dos moléculas de ATP por cada una de glucosa dividida.
Posteriormente y a través
de un transportador específico, el ácido pirúvico ingresa
a la mitocondria por decarboxilación oxidativa en el ácido
cítrico o ciclo de Krebs convirtiéndose en bióxido de
carbono e hidrógeno. Los protones derivados de este ciclo se
suman enzimáticamente al dinucleótido de nicotinamida de adenina,
reduciéndose del dinucleótido hidrogenado. En este momento
los iones de hidrógeno se separan en electrones y protones, los electrones
producen más protones, los que son sacados de la mitocondria, produciendo
acidificación citoplásmica, la que se corrige con la extrusión
de hidrogeniones hacia el espacio extracelular a través de la membrana
citoplásmica con ingerencia de la bomba Na/H. Esta acidosis
extracelular provoca vasodilatación con incremento en el flujo sanguíneo
cerebral.
El acúmulo de
dinucleótido nicotínico de adenosina y ácido pirúvico,
la deshidrogenasa láctica citoplásmica, se cataliza, reduciendo
el ácido pirúvico del citoplasma a ácido láctico,
con la subsecuente acidosis intracelular.
Clásicamente la
regulación del flujo sanguíneo cerebral ha sido definida como
la habilidad del encéfalo para mantener un flujo constante a pesar
de los cambios en la presión arterial sistémica y re-definida
como la habilidad de la corteza para regular y ajustar el flujo sanguíneo
cerebral para satisfacer sus demandas metabólicas. El flujo
sanguíneo cerebral depende básicamente de factores intrínsecos
y extrínsecos; de los moduladores intrínsecos tenemos: el efecto
Balis, pH extracelular, agentes pares (v. gr: sustancia P); de los segundos
moduladores se pueden mencionar la presión de perfusión y las
presiones arteriales parciales de oxígeno y bióxido de carbono.
Los umbrales de penumbra
isquémica se cuantifican con flujos sanguíneos cerebrales entre
15 y 18 cc/100 g de tejido cerebral/minuto y cuando la reducción es
alrededor de 10 a 12 cc/100 g de tejido cerebral/minuto se producen alteraciones
eléctricas importantes en las concentraciones extracelulares de iones,
esto conocido como el umbral de falla iónica; al aproximarse el flujo
sanguíneo cerebral a las cifras de umbral iónico, se produce
una rápida disminución en el ATP, lo que ocasiona fallo en
la bomba Na/K ATP asa, esencial en la manutención de los gradientes
iónicos. Al existir una alteración de esta bomba, se
produce depolarización de la membrana, con entrada y salida de iones
de la célula, con un aumento en la concentración de ácido
láctico intracelular como consecuencia de un estado metabólico
de anaerobiosis.
Durante la isquemia local
severa, las concentraciones de ácido láctico se incrementan
cuatro veces durante los primeros 30' y después de 3 a 4 horas, produciendo
daños neuronales irreversibles; es importante recalcar que existen
áreas exquisitamente sensibles a la hipoperfusión cerebral
(hipocampo/CA 1)
Entre estos dos umbrales
de falla eléctrica y falla iónica, existe un rango de flujo
sanguíneo cerebral al cual la homeostasis y la integridad estructural
se mantienen a pesar de la pérdida funcional, este fenómeno
ha sido denominado penumbra isquémica (2). Ahora bien, cuando
se sucede este fenómeno en forma aguda o crónica y existe la
posibilidad de revertirlo, es lo que nosotros hemos denominado ENCÉFALO
HIBERNATE. Cuando existe la posibilidad de revertir el fenómeno,
hay dos métodos principales, el primero y más importante es
cuando el propio organismo desarrolla flujo colateral suficiente para cubrir
las demandas energéticas necesarias para la manutención de
la integridad de la membrana y la segunda opción, es realizando un
puente arterial quirúrgico.
En 1985 (3) se publicó
el resultado de un estudio multicéntrico, el cual desacreditó
las intervenciones quirúrgicas en los casos en donde no existía
lesión estructural irreversible, no habiéndose tenido en cuenta
en dicho estudio un subgrupo de pacientes los que poseen silencio eléctrico,
con presevación de la integridad estructural, ENCEFALO HIBERNANTE
y los cuales son tributarios de ser manejados con puentes quirúrgicos.
A partir de los resultados
del estudio multicéntrico, la comunidad neuroquirúrgica ha
ido perdiendo terreno en el manejo de los pacientes con síndromes
de hipoperfusión cerebral y de perfusión subóptima,
teniendo establecido el subgrupo de pacientes con ENCEFALO HIBERNANTE y apoyados
en estudios de ECHO-Doppler transcraneal, SPECT y pananglografía cerebral,
podemos retomar el manejo de estos pacientes y realizar en forma cada vez
más frecuente, puentes arteriales quirúrgicos (revascularización
encefálica).
- Kety SS, Schmidt
CF: The nitrous oxide meted for the quantitative determination of cerebral
blood flow in man: theory, procedure, and normal values. J. Clin.
Invest. 1948; 27: 476-483.
- Simon L, Bransten
NM, Strong AJ, et al: The concepts of thresholds of ischemia in relation
to brain structure and function. J. Clin. Pathol. 1977; 30 (suppl.
11): 149-154.
- The EC/IC Bypass
Study Group. Failure of extracranial-intracranial arterial bypass to
reduce the risk of ischemic stroke: results of an intenational randomized
trial. N. Eng. J. Med. 1985; 313: 1191-1200.
Dr. Manuel S. Gadea Nieto
Neurocirujano, Cirujano
Neurovascular,
Socio Activo, Sección Conjunta de Cirugía Cerebrovascular, Asociación Americana
de Cirugía Neurológica, Consejo Americano de Cirugía
Neurológica, Exjefe, Sección de Cirugía
Neurovascular,
División de Cirugía Neurológica, Hospital General Regional,
León, Guanajuato, México
Apdo. 818-1100 Tibás,
San José, Costa Rica. E-mail: gadeanms@hotmail.com