Sexualidad en adolescentes: apuntes para una discusión


Lic.  Carlos Garita Arce


El tema del presente foro es "Conocimientos, actitudes y prácticas sobre sexualidad en adolescentes costarricenses", esto nos remite a los procesos cognoscitivos, subjetivos y de acción que los adolescentes estarían conjugando dentro de su acontecer diario en lo que a sexualidad se refiere; el camino que podemos seguir es la reflexión en torno a cada uno de estos elementos, sin embargo, renunciaremos a esta perspectiva atomista y los revisaremos más bien en el interjuego de estas tres grandes dimensiones.

El adolescente costarricense de finales de siglo pasado y principios de este siglo constituyó la estructuración de su sexualidad a partir de un severo control social anclado en rituales familiares.  Es así que tenemos, que con los cambios puberales que le anunciaban no solo su desarrollo fisiológico, sino el psicosexual, le introducían el matrimonio como la posibilidad de sancionar positivamente para la sociedad la construcción de su sexualidad no infantil.  Ejemplo de ello es el ritual de la fiesta de quince años, donde la puber (recordemos que la menarca se ubicaba como promedio a los 15 años), era mostrada a los posibles hombres que tuvieran interés en esta mujer casadera y pactaban el matrimonio con los padres de la futura esposa.

Dado lo anterior, la imposibilidad de la experimentación de la mujer de diferentes opciones de pareja se marcaba como el destino, de forma que no podía construir una feminidad más allá de la asignada por el esposo que la escogió y por los padres que la educaron para ser esposa.  A su vez el hombre no podía aspirar a vivir un proceso de "noviazgo" con una pareja, sino más bien a esperar representar tanto fisiológica como socioeconómicamente el ser un buen candidato para poder negociar una mujer con quien vivir y por tanto, al igual que la mujer su masculinidad se definía como esposo, es decir, no mujer.

Desde los años 70 y en la actualidad el mecanismo de control social revisado en el período descrito anteriormente, perdió casi toda su efectividad y es utilizado solo en casos de embarazo y violación femenina.

Esto se da por varios factores, algunos de los cuales reseñaremos:
 

  • a) La edad del desarrollo puberal ha ido descendiendo, siendo la edad promedio de la menarca de 10 años y 4 meses, con su desviación estándar que lo ubicaría entre los 9 y 13 años.  En el hombre es similar el inicio del desarrollo.  En este punto recordemos las diferencias de crecimiento entre hombres y mujeres.

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  • b) la edad de matrimonio se ha ido incrementando, sobre todo en los sectores sociales con mayor opciones económicas.  Por tanto, la convivencia conyugal vía matrimonio es muy escasa en el período de la adolescencia, siendo sólo el 1.5 % de los hombres y el 9.9% de las mujeres menores de 20 años.
  • c) Se vincula los estudios en secundaria como una opción ya no solo para los sectores mas favorecidos, sino que se empieza a popularizar.

    Estos tres aspectos nos permiten abrir la posibilidad de considerar un nuevo período dentro de la sociedad costarricense, con sus características propias, donde el desarrollo psicosexual empieza más tempranamente y el control social tradicional se incorpora más tardíamente, estableciéndose una nueva forma de relacionarse para los sujetos que se ubican en las edades de 10 a 20 años, le llamaremos adolescencia.

    Se reconoce a partir fundamentalmente de los años 70 en Costa Rica, la adolescencia como un período diferenciado de la niñez, de los adultos jóvenes.  Siendo que a finales de la década de los ochentas que se incorporan políticas más estrechas, incluso se crea el Programa Atención Integral de la Adolescencia en la Caja Costarricense de Seguro Social.

    Este proceso descrito, nos introduce de lleno en el tema que nos ocupa: la sexualidad.  El adolescente entonces se enfrenta a un desarrollo psicosexual como un valor en sí mismo y sin el desarrollo de controles sociales alternativos; además a una construcción de la feminidad y la masculinidad no orientado fundamentalmente en el matrimonio y los hijos, sino como un reto nuevo y desconocido.

    Los padres y abuelos que fueron socializados en representaciones de la sexualidad en función de la reproducción, del matrimonio y de una cultura del silencio, empiezan a perder credibilidad ante estas nuevas generaciones. Las respuestas empiezan a ser buscadas en otros lugares, que se muestren como más accesibles, aunque no se evalúan los nuevos valores.

    En ese sentido los medios de comunicación social se presentan como los representantes de "la nueva verdad sobre sexualidad y adolescencia", como los nuevos normatizadores de la sexualidad culturalmente aceptada.  Empiezan a surgir publicaciones: Playboy, Playgiri, Luz, entre otros, hasta los de la actualidad como Hustler. Las llamadas sexi-comedias con actores italianos y argentinos en el inicio (en la actualidad son vistos como ridículos por los adolescentes), hasta los videos caseros de corte pornográfico, donde se desvincula a las personas (sentimientos, aspiraciones y afectos) convirtiéndose en partes específicas del cuerpo humano (vaginas, pechos, nalgas, bocas y penes).

    Aunado a lo anterior, se ha generado en Costa Rica una cultura juvenil dependiente de los patrones fantaseados de la estadounidense, que ha entronizado a la juventud y en específico a la adolescencia como la edad privilegiada con respecto a la potencia sexual, a las posibilidades de experimentación, al disfrute y la recreación, con una visión minusvalorizada de lo que ocurra en otras etapas del ser humano.

    La reacción social al respecto no se ha dejado esperar, los padres y demás instancias de socialización han guardado silencio de la sexualidad y los llenan de información sobre la fisiología; o han tomado el camino totalmente contrario parecen más bien promotores de la nueva verdad propuesta por los medios y hedonizan profundamente a sus hijos, renunciando a la posibilidad paterna y materna de orientarlos en lo que a la sexualidad se refiere.

    El adolescente de nuestros tiempos se ve enfrentado de esta forma a procesos sociales que los hedonizan y deserotizan, fundamentalmente con los seguimientos de una cultura juvenil asociada a los patrones estadounidenses fantaseados y a una respuesta social que refuerza dichos patrones o que se enfrentan a los mismos de forma autoritaria, con una cultura del silencio y fundamentalmente informativa.
     
     
    El adolescente costarricense y las respuestas a este resultado histórico

    Debemos recordar los procesos psicodinámicos de la adolescencia, tales como la ominpotencia (desdibujamiento del principio de realidad y primacía del principio del placer), el papel central que ocupa la imagen corporal (y por tanto, la seducción del otro como espejo reforzador del autoconcepto) y los procesos de desarrollo cognoscitivo que en el lenguaje piagetiano se reseña como las operaciones concretas y las operaciones formales, dándose estas últimas en forma tardía en la adolescencia.

    El adolescente ha ido incorporando dentro de sus conocimientos que la sexualidad es parte de la adolescencia y de forma atomista y fragmentaria, diferentes discursos paralelos que nunca se tocan, pero que conviven en forma permanente, tales como: hedonismo (placer), fisiología (descripción de aspectos médicos y en función de la reproducción), pornografía (fracturación del ser humano), algo de lo que no se puede hablar con sus padres, castigos paternos, de lo que debemos reconocer pero olvidarnos (imposibilidad de cualquier grado de reconocimiento, dentro de ello el autoerotismo), algo que se nos escapa y que debemos atraparla ahora, algo que provoca agresión por parte de los demás (persecuciones de tipo sexual), etc.

    Todos estos aspectos enmarcados dentro de una cultura de relaciones asimétricas, donde se ha socializado en que el hombre establece un dominio sobre la mujer y la sexualidad es parte de ese dominio.

    Los lugares donde se adquieren son variados, van desde las formas verbales hasta las no verbales, donde aprehenden no solo con lo dialogado sino con el silencio o las formas permisivas o represivas. lo más interesante en este aspecto es que las personas cercanas con quienes podrían tener un diálogo, tales como padres, maestros, familiares, renuncian a dicha posibilidad; dejan de esta forma la búsqueda de respuestas de losadolescentes a las formas no dialógicas como los medios de comunicación colectiva (revistas, videos caseros, internet, entre otros) y en un proceso de intelección de dicha información por parte del grupo de adolescentes con la psicodinamia específica de ellos, que los llevan a conclusiones rápidas y fragmentarias, que los someten muchas veces a conductas de riesgo.

    Ante tal variedad de informaciones, el adolescente costarricense que sigue patrones estadounidenses fantaseados, recurre a un mecanismo para resolver imaginariamente el problema "hay que ser impulsivos".  Este mecanismo aparece bajo la forma comercial del denominado amor", en una fase que es bastante nueva en nuestra sociedad "el noviazgo adolescente" (con ello queremos significar la relación de pareja que no conduce necesariamente al matrimonio, sino que permite la exploración de las relaciones heterosexuales).

    Con ello el adolescente costarricense más que prácticas autoeróticas (masturbatorias), está teniendo prácticas sexuales genitales de tocamientos mutuos y coitales, con escasa protección de enfermedades de transmisión sexual y Sida.  En condiciones donde el Otro, es alguien transitorio (aunque es vivido o por lo menos nombrado como permanente) y en situaciones de sexo rápido donde lo que provoca son aproximaciones a la sexualidad para futuras patologías sexuales (incapacidad del orgasmo y eyaculación precoz).

    Dentro de este aspecto la homosexualidad, tanto masculina como femenina, somete a . los adolescentes a prácticas sexuales genitales riesgozas, donde la protección no aparece como la dinámica básica y la exploración con parejas diferentes se muestra como lo cotidiano, llegándose a presentar la fantasía que el examen del Sida aparece casi en la lógica de la vacuna.

    Por otro lado, la construcción de una identidad de género sigue estando mediatizada por espacios de propiedad privada del hombre con respecto a la mujer, donde el cuerpo de la pareja es pertenencia del hombre, no solo para el uso sino también para la agresión.  Esto no necesariamente es percibido por las adolescentes como elemento negativo, sino muchas veces como protección, seguridad y afecto.

    La construcción de la identidad femenina aparece como un nuevo reto para las adolescentes, que muchas veces no ven en su progenitoras alternativas adecuadas, pero que entonces luchan nuevos modelos que van desde la adquisición de nuevos roles hasta simplemente el adquirir espacios que estaban censurados a las mujeres.  En las adolescentes se muestran por la incorporación de tareas que antes no estaban asignadas a las mujeres, la negación por seguir tareas asumidas tradicionalmente; pero en las adolescentes no ha estado permeado exclusivamente por cambios que la llevan a un autocuidado y autoafirmación, sino también a someterse a situaciones de riesgo que eran exclusivas de los varones, como son:
    relaciones sexuales con múltiples parejas, adicciones, entre otras.

    La identidad masculina se muestra como un desconocido, el varón ha construido su identidad a partir de una consigna "ser hombre es no ser mujer", por tanto, al asumir la mujer tareas que tradicionalmente le habían sido asignadas, los hombres han ido reduciendo su espacio.  De allí, que los adolescentes para no sentir tan amenazada su resquebrajada masculinidad, han empezado a recurrir al fortalecimiento de los valores tradicionales, que ubican a la mujer en un plano inferior y la utilización de la misma como objeto, especialmente sexual, se acentúa.
     
     
    A manera de conclusión
     
    El adolescente costarricense se encuentra inmerso en un período donde las respuestas a la sexualidad ya no atraviesan por el control social del matrimonio, donde se ha incrementado el espacio de tiempo donde se reconocen como sexuados, donde la sociedad les acentúa su genitalidad; y donde los padres u otras instancias que tradicionalmente habían respondido con normativas que brindaban un control, han renunciado a su papel de orientadores al seguir patrones que fueron efectivos para otra época, tales como el silencio, información cognoscitiva o formas autoritarias de represión, pero que actualmente no parecen brindar los resultados esperados.

    De esta forma el adolescente haciendo recurso de la psicodinamia propia de esta etapa y en la búsqueda de salidas posibles, ha recurrido a la impulsividad, que los lleva a prácticas sexuales des-erotizadas, pero si hedonizadas, donde se someten a conductas de riesgo, tales como las enfermedades de transmisión sexual y el Sida; donde se renuncia a procesos de autoerotismo y se ponen a disposición del otro, fundamentalmente como un cuerpo a ser gozado, pero que no les pertenece sino que son los demás quienes deciden sobre él.

    A su vez la construcción de una identidad femenina y masculina, atraviesa por grandes dificultades, donde parecen que son las mujeres las que han ido incorporando un mundo más amplio que les da vitalidad, pero que en la dinámica adolescente también las ha sometido a conductas de riesgo; donde el hombre aparece con mayor dificultad para construir su masculinidad, y recurre nuevamente a formas tradicionales de relación, que son fundamentalmente asimétricas.
     
     
    Bibliografía

    Habermas J.(1988).    La lógica de las Ciencias Sociales. Madrid: Editorial Tecnos S.A.

    Blos P. (1981).  Psicoanálisis de la Adolescencia.  México: Editorial Joaquín Mortiz.

    Torres-Rivas E. (1987). La Cuestión juvenil en Costa Rica.  Cuadernos de Ciencias Sociales.  Facultad latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

    Juventud en cifras.  Costa Rica, 1980-1992. (1993) Comisión Nacional de Atención Integral al Adolescente.  San José, Costa Rica.