Esta investigación analiza, con metodología prospectiva y descriptiva, 237 hospitalizaciones de 113 adolescentes, durante un período de 6 meses (dic. 86-may. 87), en el Hospital Nacional Psiquiátrico (San José, Costa Rica). Un 17,7 por ciento había tenido experiencias incestuosas. El 85 por ciento de las víctimas fue mujeres ; la edad promedio de inicio fue de 11,5 años y nueve experimentaron el incesto por un año o más. La actividad sexual predominante fue coital y el agresor más frecuente fue el padrastro. En el 35 por ciento de las víctimas, el incesto produjo una reacción psicótica. El incesto debe ser considerado como un trastorno del funcionamiento familiar y debe ser tratado integralmente. Rev. Cost Cienc. Méd. 1989; 10(4) :
INTRODUCCION
El incesto, tanto en Costa Rica como en el mundo entero, ha pasado a
ser un tema preocupante en la actualidad. Algunos autores opinan que 5.000
casos por millón de habitantes por año es la cifra que mejor
representa la magnitud del problema (1) .
En Costa Rica, desde hace varios años se viene incrementando
el número de casos reportados, los cuales han sido publicados en
varios medios de difusión (2-5).
El incesto es definido, para los propósitos de esta investigación
, como todo aquel contacto físico, verbal o de rol existente entre
individuos de una misma unidad socializadora, que deba mantenerse oculto
o mistificado (6, 11, 12).
El patrón relacional típico consiste en que una hija
asume el rol de madre, introyectando asi , tempranamente, las responsabilidades
propias de la identidad materna. Por ello, tienden a atraer y son atraídas
por hombres para quienes los cuídos son importantes, porque también
sufrieron deprivación emocional. Al formarse la nueva pareja se
establece, por consiguiente, la tradición intergeneracional del
incesto.
Los deseos incestuosos encubren primitivos anhelos pregenitales, que
reflejan el ansia de ser amado y protegido por la madre hasta el punto
de excluir al resto del mundo. Así, el incesto sirve de alivio a
las necesidades paternas de depender pregenitalmente de los hijos, es un
mecanismo de venganza contra la madre y una estrategia para reducir la
angustia de separación (6).
El poder del tabú del incesto y la vergüenza y culpa que
se le asocian hacen difícil su detección, porque es guardado
celosamente tanto por el ofensor como por la víctima, dados los
obvios riesgos de prisión con o sin "desintegración"familiar
(7).
Las víctimas aparecen mejor representadas entre las pacientes
psiquiátricas (8,9). Husain y
Chapel, al estudiar 437 hospitalizaciones mentales, encontraron 13,9 por
ciento de casos de incesto (1,10).
En general, el abuso ocurre en el contexto de una relación "amorosa".
Se inicia con contactos que parecen triviales y progresa escalonadamente.
Es la víctima quien pone fin al incesto alrededor de los 14 años,
porque lo revela, amenaza con hacerlo o se fuga del hogar. Ante la situación,
poco menos de un tercio de las madres toma medidas para ayudar a proteger
a las víctimas, pues el interés se cifra en evitar el escándalo,
la disolución familiar y la pérdida de ingresos económicos
(11).
MATERIAL Y METODOS
La investigación se desarrolló en forma prospectiva entre
el 1° de diciembre de 1986 y el 31 de mayo de 1987, en que se produjeron,
en el Hospital Nacional Psiquiátrico (San José, Costa Rica),
237 internamientos de adolescentes (entre 13 y 19 años), correspondientes
a 189 individuos distintos.
Siguiendo el modelo de otras investigaciones sobre el tema (1,
10, 12-14), fueron
excluídos 76 pacientes no confiables como fuente de información.
La población neta es estudio fue de 113 adolescentes. Estos
fueron sometidos a una entrevista estructurada (11) y
a una encuesta dirigida, compuesta por 9 items sociodemográficos
y 7 items relacionados con la experiencia incestuosa. En todos los casos,
los sujetos fueron entrevistados dentro de un lapso menor a las 48 horas
después de su admisión.
RESULTADOS
Ante la pregunta de si habían tenido contacto sexual con alguien
de la familia, 20 de 113 contestaron afirmativamente.
En 8 de los 20 casos, el incesto estaba ocurriendo ; en los restantes
12 había cesado hace más de un año.
Un 85 por ciento de las víctimas fue de sexo femenino y el resto
de sexo masculino, con un promedio de edad en 17,0 años. Solo una
paciente era casada.
La escolaridad promedio fue de quinto grado. Y como era de esperar,
por las edades de los sujetos, el 90 por ciento era económicamente
inactivo.
La edad promedio para el inicio del incesto fue de 11,5 años
y el 45 por ciento de los adolescentes experimentó el abuso por
una duración igual o mayor a un año.
La actividad incestuosa fue predominantemente coital, y se concentró
en el grupo de 10 a 14 años ( ver Cuadro 1).
Los ofensores fueron : el padre (12,5%) ; el padrastro (29,2%) un tío
materno (25%) y un hermano (25%).
En cuanto a perfiles, el incesto "padre-hija" tuvo una frecuencia global
de 41,7%.
Un 20 por ciento de los pacientes tuvo contactos incestuosos múltiples,
es decir, con dos o más miembros distintos de su familia.
En el cincuenta por ciento de los casos las madres estaban enteradas
del problema, reaccionando con pasividad o rechazando y agrediendo a la
hija. Sólo en un caso, una madre al ser puesta en conocimiento por
su hija del abuso que sufría, tomó la decisión de
protegerla, excluyendo del hogar al agresor (un tío materno de la
víctima).
En cuanto a la sintomatología de las víctimas, destacó
la culpa (60%), la baja autoestima (55%) y la conducta suicida (50%).
En relación con los diagnósticos, se observaron depresiones
reactivas (45%) y reacciones psicóticas (35%).
DISCUSION
Dado que nuestros resultados se refieren a una población muy
específica, la de los pacientes admitidos en el Hospital Nacional
Psiquiátrico, éstos no se pueden generalizar, pero son útiles
para hacer aproximaciones sobre la conducta incestuosa en Costa Rica.
En un trabajo inédito, Roldán (15)
permite deducir a partir de una serie de 314 víctimas de abuso sexual
denunciado ante autoridades judiciales, que un 16, 2 por ciento de éstos
fueron incestuosos (2, 16).
La frecuencia hallada en esta investigación (17,7 por ciento),
es ampliamente corroborada por diversos autores dentro de marcos metodológicos
similares (1, 10). Stone cree que la
incidencia de incesto (desde las caricias al coito) "es de un 5 por ciento
de las mujeres en una población como un todo" (17),
pero estos cálculos son demasiado conservadores cuando se entiende
la dinámica que obliga al silencio.
Con respecto a la duración, se halló que un 45 por ciento
experimentó el incesto por un año o más ; lo cual
es confirmado por Harborview (11). Y sobre el tipo de
actividad incestuosa, Kendall-Tackett (18) confirma el
predominio (de un 45%) del coito en relación con otros tipos de
abuso (ver Cuadro 1).
La sintomatología reunida por Gelinas (11)
en el Perfil para el reconocimiento del incesto (IRP), reúne todos
los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico, tercera
edición revisada (DSM-III-R) para el trastorno de identidad o para
el trastorno fronterizo de la personalidad (17, 19),
lo cual es lógico, pues "el abuso tiene efectos deletéreos
profundos sobre el funcionamiento psicológico. El secreto usual
y la negación del abuso en la familia, se traduce en el niño
(a) en incapacidad para manejar el trauma severo resultante de la confianza
de los adultos traicionada. El niño(a) es forzado simultáneamente,
a manejar la sobrecarga emocional y a negar una parte de la realidad" (9),
lo cual se transforma en enfermedad.
La frecuencia encontrada entre los adolescentes internados en el Hospital
Psiquiátrico destaca la seriedad y extensión de este problema
en Costa Rica. Esta cifra se correlaciona con los datos del Organismo Médico
Forense (5, 15, 16)
y con la preocupación que trasciende en los medios de comunicación.
Las graves consecuencias sobre el funcionamiento psíquico quedan
claramente señaladas por las consecuencias sintomáticas y
diagnósticas encontradas en esta investigación.
La edad promedio de inicio y la duración del incesto por un
año o más en el 45 por ciento de los casos indican la necesidad
de vigilancia por parte de los profesionales en salud, quienes deben interrogar
específicamente sobre esto, a todos aquellos niños o adolescentes
que presenten trastornos psicosomáticos, ansiosos, anogenitales
o del sueño, o que presenten conducta suicida o fuga del hogar.
Es de vital importancia ver el incesto como un trastorno del funcionamiento
familiar, que debe ser abordado en forma integral. Existe en Costa Rica
el vacío de una unidad con este enfoque, que ayude a canalizar el
manejo de la familia y tome la decisión de enjuiciamiento sólo
en aquellos casos estrictamente necesarios, pues los procesos, judiciales
llevados a cabo en forma mecánica (delito-castigo), en lugar de
salvaguardar a la víctima, la hunden al desconocer la dinámica
de la lealtad y la culpa en que éstas se hallan inmersas (20).
This study analyzes, with a prospective and descriptive methodology, 237 hospitalizations of 113 adolescent inpatients at the National Psychiatric Hospital in Costa Rica, during a six month period. Of these, 17.7 percent accepted having had incestuous experiences. Eighty five percent of the victims were female ; fifteen percent were male. The mean age for the initial experience was 11.5 years old, and forty five percent of the population studied had suffered incest for at least one year. The predominat sexual activity was coital (45%), and the stepfather was the most frequent aggressor (29.2%). In thirty five percent of the victims, incest produced a psychotic reaction, incest must be considered a family disorder, and must be treated integrally.
BIBLIOGRAFIA
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