ADOLESCENCIA, JUVENTUD,, ¿UN PROBLEMA PARA QUIEN?
 
Cuando uno conversa ya sea con padres, profesionales, o con los propios jóvenes sobre el tema de adolescencia y juventud, surge siempre o casi siempre la palabra problema. Al preguntar ¿qué problema?, las respuestas son diversas, pero siendo las más frecuentes: mal educados, irrespetuosos, irreverentes, no desean estudiar, alcohólicos, vagos, peleadores y luego palabras aún más humillantes como drogadictos, ladrones y asesinos, transmisores del SIDA, que sólo pensan en tener relaciones sexuales sin protección y de ahí la gran cantidad de jóvenes embarazadas cuyos destinos quedan truncados. 

Es a propósito de esta visión extendida en la sociedad, tan negativa de los adolescentes y jóvenes de nuestra América Latina que deseo hacer los siguientes comentarios: 

1. Son pocos los ciudadanos que reflexionan y consideran las necesidades y las potencialidades de nuestros adolescentes y jóvenes. El caudal de potencialidades de nuestra población juvenil que logra actualmente expresarse no llega siquiera a un 20%. Me explico: ¿cómo es posible que nuestros jóvenes puedan brindar a la sociedad y a sí mismo el fruto de todas sus capacidades si aún, un gran grupo no se matrícula en el sistema educativo, otro gran grupo abandona la escuela muy precozmente, quedando en condiciones de ¨discapacidad¨ educativa, de conocimientos y cultura, necesarios para poder brindarse óptimamente a la sociedad y a sí mismos en este momento histórico de globalización, que exige cada vez más conocimientos y habilidades técnicas para incorporarse productivamente al medio. Entonces, la primera pregunta que surge es: los jóvenes ¿son los que provocan este problema o los que lo sufren?. La respuesta es obvia. Quien es responsable de este problema que sufren la gran mayoría de nuestros adolescentes de América Latina es la inexistencia de políticas públicas explícitas que contemplen las necesidades educativas, creativas, afectivas, etc., obligación ésta que es propia de los gobiernos nacionales, estaduales, provinciales y municipales de nuestros países. Estas políticas públicas obligatoriamente deben contar con los recursos necesarios para ser implementadas, también necesariamente al 100% de la población desde la infancia, hasta por lo menos la finalización del período de la adolescencia a los 19 años.

2. Las consecuencias que surgen a partir de lo analizado anteriormente son también problemas que sufren los jóvenes: el analfabetismo, la carencia de oportunidades intelectuales, recreativas, laborales y económicas que determinan generación tras generación (como si fuese de transmisión genética) que la población juvenil sienta pesimismo sobre el futuro inmediato de ellos mismos como personas, de ellos mismos como futuros miembros de una pareja, y de nuestros países como un todo, aunque ellos se sienten a sí mismos portadores de optimismo y esperanza.

3. Sumado a lo anterior, el abuso que se comete con ellas y ellos desde los medios de comunicación y lo cotidiano social, al hacerlos consumidores y consumidoras de cualquier bien necesario o inútil, determinan profundas crisis que los llevan a las prácticas de consumo de drogas sociales, (alcohol, tabaco, marihuana) y las que llamamos pesadas, (cocaína, crack, etc.). Estas insatisfacciones personales y sociales determinan en gran medida que se den situaciones de embarazos no deseados (aunque muchos de los embarazos en la adolescencia son deseados), o a prácticas sexuales irreflexivas, que los exponen al riesgo de las enfermedades de transmisión sexual, del HIV y SIDA, de la violencia, que ellos sufren y que a la vez provocan a sí mismos y al patrimonio social.
Luego de estas reflexiones queda a mi entender, continuar discutiendo la pregunta del inicio: ¿son ellos un problema o ellos son el producto inacabado de una problemática social aún lejos de ser solucionada?

SOLUM DONAS
Consultor OPS/OMS
Salud Integral de la Adolescencia
Marzo 1997.